El 22 de abril se celebra el Día de la Tierra para recordar que el cambio climático es una realidad y que las personas que la habitamos podemos poner nuestro granito de arena para cuidarla. El cambio climático afecta a la tierra y el sector agroalimentario es uno de los más afectados. Aumenta la sequía, las temperaturas, la desertificación… Por tanto, la producción de alimentos también se ve afectada y en definitiva la alimentación.
La mejora vegetal para combatir el cambio climático
Las aportaciones de la mejora vegetal resultan fundamentales para producir de modo sostenible y para poder alcanzar los objetivos que la UE se ha fijado a través del Pacto Verde Europeo. Un informe elaborado por el Institut Cerdà detalla los beneficios medioambientales que la mejora vegetal ha aportado en diferentes cultivos (trigo, maíz, tomate y arándano). Las principales conclusiones del informe sobre las aportaciones de la mejora vegetal son:
- Permite reducir el uso de fertilizantes y fitosanitarios
- Ahorra energía
- Ahorra agua
- Reduce emisiones de gases de efecto invernadero
- Ahorra tierras de cultivo y disminuye la deforestación
De acuerdo con Antonio Villarroel, Director General de Anove, “gracias a la mejora vegetal podrán alimentarse 10.000 millones de personas en 2050”. “La mejora es una actividad imprescindible que consigue mejorar las actuales variedades vegetales y desarrollar otras nuevas por medio de la investigación genética. Gracias a la mejora vegetal se ha conseguido mejorar la oferta de alimentos que se pone a disposición de los consumidores. Son productos con absoluta garantía de calidad y saludables, a precios asequibles”, recuerda Villarroel.
Los recursos del planeta son limitados y producir más para satisfacer las necesidades de una población en constante crecimiento, y hacerlo de manera sostenible, es decir, empleando los menores recursos posibles, es uno de los retos actuales de la agricultura, y la mejora vegetal contribuye a alcanzar este objetivo.
Alimentación saludable para ayudar al planeta
A lo largo de los años, la investigación que han llevado a cabo los mejoradores vegetales ha permitido adaptar variedades a lugares y climas donde antes no se cultivaban, mejorar la tolerancia a las condiciones climáticas extremas, aumentar la protección contra plagas y enfermedades y multiplicar el rendimiento de las explotaciones reduciendo, además, los costes de explotación.
Los mejoradores vegetales han contribuido enormemente a la disponibilidad de alimentos sanos y nutritivos, que tienen una vida útil larga y que están disponibles todo el año. Así, por ejemplo, gracias a la mejora vegetal de la mandarina se ha podido extender el periodo de cosecha. Si antes abarcaba desde noviembre hasta marzo, ahora, gracias a las nuevas variedades, se puede disponer de mandarinas desde septiembre hasta finales de abril o principios de mayo.
En este sentido, los alimentos que provienen de fuentes vegetales, tales como frutas y verduras, por lo general requieren menos energía, tierra y agua para su producción. Además, en comparación con los alimentos de origen animal, estos alimentos tienen una menor huella de carbono, ya que generan una menor cantidad de gases de efecto invernadero. Gracias a la mejora vegetal se ha reducido el uso de fertilizantes, las emisiones de CO2, la deforestación y uso de suelo, y se ha conseguido ahorrar agua y energía.
Según un estudio realizado en 2021 por investigadores de la Universidad de California las dietas basadas en frutas y verduras podrían contribuir a reducir hasta en un 17% las emisiones de gases de efecto invernadero en Estados Unidos. Teniendo esto en cuenta, según la ONU, para frenar el cambio climático hay que adoptar una dieta más sostenible que incluya más verdura y desperdiciar menos alimentos.
Desperdicio alimentario contribuye al cambio climático
Durante el año 2020, los hogares españoles tiraron a la basura 1.364 millones de kilos/litros de alimentos, una media de 31 kilos/litros por persona según el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Esto supuso una pérdida de 250 euros por persona. En su Índice de desperdicio de alimentos 2021, la ONU denuncia que en el planeta se desechan cada año hasta 931 millones de toneladas de comida. Más de la mitad de esa cantidad (569 millones) procede de los hogares.
Tanto la alimentación que elegimos como los métodos de producción que se utilizan para cultivar y procesar los alimentos tienen un impacto significativo en nuestra salud y en el medio ambiente y, por tanto, afectan a la Tierra.