¿Qué es el dolor? La Sociedad Española del Dolor señala cómo el dolor es una señal de alarma de nuestro organismo avisándonos de que hay algo en nuestro cuerpo que no funciona correctamente. Una llamada de atención que podemos interpretar como amiga o enemiga. Es decir, el dolor puede ser molesto e invalidante, pero también la mejor manera de saber que algo no anda bien.
Si para aliviar el dolor es suficiente con un analgésico y reposo o estamos ante un dolor recurrente, como los dolores menstruales o los de cabeza, podremos estar tranquilos. Pero si ese dolor es intenso, no se pasa o no identificamos su posible origen, entonces es aconsejable acudir al especialista.
Sin embargo, ¿cómo podemos aliviar el dolor de lesiones o calambres? ¿Es mejor el calor o el frío?
¿Aliviar el dolor con frío o con calor?
Los expertos señalan que el calor se emplea para calmar los dolores crónicos, mientras que el frío se recomienda para aliviar el dolor en situaciones agudas y puntuales. Así, se considera que una lesión aguda puede ser un esguince o una distensión muscular, cursando ambas con hinchazón, inflamación y dolor.
- Aplicar frío: si se aplica frío en la zona afectada, el flujo de sangre se reducirá, rebajándose también la hinchazón y la inflamación. El mejor tratamiento en estos casos es reposar, poner hielo, hacer un vendaje de compresión y poner la zona afectada en posición elevada.
- Aplicar calor: en el caso de lesiones crónicas como la tendinitis u otras molestias como dolores menstruales o artrosis, es aconsejable aplicar calor.
¿Cuándo hay que aplicar crioterapia?
La crioterapia o tratamiento con frío ayuda a reducir el flujo sanguíneo de la zona afectada, siendo una terapia muy beneficiosa en la fase inflamatoria de una lesión. Esto es, durante las primeras 72 horas tras producirse esta. El frío ayudará a rebajar la inflamación y la hinchazón.
La forma de aplicar el frío es colocar hielo envuelto en un paño suave durante unos 10-20 minutos cada una o dos horas. También se puede recurrir a poner una bolsa de guisantes congelados, compresas frías, etcétera, pero siempre envueltos en un paño para evitar que el hielo nos queme la piel.
El tratamiento ha de prolongarse unas 72 horas tras producirse la lesión o desaparezca el dolor. Mientras se realice esta terapia de frío ha de evitarse poner calor, masajear la zona o aplicar calor, ya que se puede conseguir el efecto contrario, esto es, más inflamación.
También, para aliviar el dolor se recomienda aplicar una pequeña cantidad de aceite en la zona en la que se va a aplicar el frío. Por último, es importante tener cuidado al aplicar crioterapia en personas mayores, niños muy pequeños, personas con problemas de circulación o que sean hipersensibles al frío.
¿Cuándo hay que aplicar termoterapia?
Como ya hemos apuntado, la termoterapia o terapia de calor no ha de realizarse si se aprecia inflamación en la zona o la persona padece de mala circulación o diabetes, entre otras patologías.
El calor favorece el incremento de la temperatura de la piel y tejidos, dilatándose los vasos sanguíneos y permite que la sangre fluya más en toda la zona afectada. Ese flujo más intenso permite eliminar todo desecho de las células, que se relajen los tejidos y haya más nutrientes. El calor también aportará más flexibilidad a los tejidos.
El calor ha de aplicarse si hay rigidez y dolor. Se puede hacer poniendo calor húmedo (ducha o baño caliente, geles térmicos, etcétera), o calor seco como el que brinda una manta eléctrica o una almohadilla caliente. Ha de aplicarse durante 10 o 20 minutos.