Uno de los trastornos psiquiátricos más comunes, que se caracteriza por síntomas como la hiperactividad y el déficit de atención, y que incide en la infancia y en la adolescencia de los pacientes que lo sufren, es el TDAH. A este trastorno está asociado el gen llamado LPHN3, el cual codifica la proteína latrofilina 3. Según el jefe del grupo de Investigación Neurogenética, Bru Cormand, se trata de “una molécula asociada a la formación de conexiones sinápticas entre distintas neuronas, por tanto, un buen candidato a tener relación con cualquier trastorno psiquiátrico”.
«Una variación concreta en el gen LPHN3 aumenta en un 40 % el riesgo de dependencia a la nicotina»
La relación entre estos 2 genes, es una de las mayor estudiadas respecto a la causa de esta enfermedad, e incide en la respuesta de los pacientes a la medicación que se les proporciona. Influye, además, en el grado de la enfermedad y la alteración de distintos comportamientos, algo que hasta ahora no se había explorado en profundidad.
El nuevo trabajo, ha conseguido administrar un método basado en la estadística, la cual contiene información clínica, demográfica y genética sobre el trastorno del TDAH, que pronostica otro trastorno comórbido, como la adicción al alcohol, al tabaco, la cocaína, o la marihuana.
El trabajo ayudará en la aplicación de nuevos materiales genéticos para la prevención de las distintas conductas adictivas provocadas por el TDAH. Para la realización de dicho trabajo, se ha contado con el estudio de 2.700 pacientes, entre ellos niños, adolescentes y adultos, procedentes de distintos países.
El trabajo muestra que, la variación del gen LPHN3, provocada por el TDAH, aumenta en un 40% el riesgo a depender de la nicotina. Además, la investigación aclara que la situación es parecida en los casos del alcohol y las distintas drogas.
No todos los pacientes consumen sustancias adictivas
No todos los afectados por el TDAH manifiestan comportamientos de perfil adictivo a lo largo de su vida. «Ahora sabemos que la genética tiene un papel importante en estas conductas. Eso nos ayuda a predecir riesgos futuros en niños y adultos con TDAH y a mejorar las estrategias de prevención. Ahora bien, la genética del TDAH es muy diversa, en ella hay muchos genes implicados y varían entre los pacientes afectados por la patología», subraya Cormand.
UN 75 % DEL TDAH TIENE UNA BASE GENÉTICA, Y EL 25 % RESTANTE ES ATRIBUIBLE A FACTORES AMBIENTALES QUE SON MUY VARIABLES
Afirma Cormand que ahora saben que “la genética tiene un papel importante en estas conductas”, a lo que añade, “ayudará en la predicción de riesgos futuros en niños y adultos con TDAH y a mejorar las estrategias de prevención”. De hecho, no todos los perjudicados por el TDAH muestran cambios en su comportamiento.
Los factores externos, como los ambientales, tienen importancia a la hora de generar cambios en el comportamiento, por lo tanto, el estudio afirma que el 25 % de las bases se atribuye a estos factores, y el 75 % restante a la base genética.
Mejorar las medidas de prevención
Los distintos tratamientos como el psicológico y el farmacológico, son la mejor forma de abordar el tratamiento del TDAH. Por lo tanto, en un futuro próximo, se deberán realizar trabajos clínicos que estudien la relación de los genes con el TDAH.
Las investigaciones, sin embargo, presentan algunas dificultades que deben evitar, como el acceso a pacientes con diagnóstico TDAH y antecedentes de consumo de drogas. Además, afirma Noelia Fernández, investigadora del Departamento de Genética, Microbiología y Estadística de la UB, que “en estudios genéticos, las muestras poblacionales deben ser muy homogéneas. Otros problemas añadidos son la dificultad para obtener los datos en todos los individuos, o incluso, que algunos pueden mentir sobre el consumo de sustancias adictivas».
Este trabajo, lo lideran distintos investigadores como Mauricio Arcos Burgos y Maximilian Muenke, ambos pertenecientes a los Institutos Nacionales de Salud de Bethesda. Además, han participado también Bru Cormand y Noelia Fernández, de la Universidad de Barcelona, Josep Antonio Ramos Quiroga y Marta Ribasés, del Vall d´Hebron, además de otros expertos de la Universidad Simón Bolivar, entre otras.