La bronquiolitis es una infección respiratoria aguda que afecta principalmente a bebés y niños menores de dos años. A menudo es causada por virus, siendo el virus sincitial respiratorio (VSR) el más común. Esta enfermedad provoca la inflamación y obstrucción de las vías respiratorias pequeñas en los pulmones (bronquiolos), lo que genera dificultad para respirar, tos, y en algunos casos, fiebre o sibilancias.
En el tratamiento de enfermedades respiratorias, es común pensar en inhaladores o broncodilatadores como una opción rápida y efectiva. Sin embargo, en el caso de la bronquiolitis, su uso no está recomendado de forma generalizada. A continuación, explicamos por qué.
La bronquiolitis y el mal uso de los inhaladores
Aunque los inhaladores pueden ser eficaces en patologías como el asma o la bronquitis crónica, en la bronquiolitis la evidencia científica demuestra que no aportan beneficios clínicos significativos. Esto se debe a la naturaleza viral y autolimitada de la enfermedad.
Los broncodilatadores, como el salbutamol, actúan sobre los músculos lisos de los bronquios mayores, ayudando a su relajación y facilitando el paso del aire. No obstante, en la bronquiolitis, el problema principal no es un broncoespasmo, sino la acumulación de moco, inflamación y daño en los bronquiolos, estructuras mucho más pequeñas donde estos medicamentos tienen poca o nula efectividad.
Diversos estudios han mostrado que el uso de inhaladores en bebés con bronquiolitis no mejora la oxigenación, ni reduce la duración de los síntomas, ni evita hospitalizaciones. Por el contrario, su uso indiscriminado puede provocar efectos secundarios como taquicardia, temblores o irritabilidad, además de generar una falsa sensación de alivio o dependencia en los cuidadores.
¿Qué recomiendan los expertos?
Las principales guías clínicas internacionales, como las de la Asociación Española de Pediatría (AEP) y la Academia Americana de Pediatría (AAP), coinciden en que el tratamiento de la bronquiolitis debe ser principalmente de soporte. Esto incluye:
- Mantener una adecuada hidratación del niño.
- Garantizar una correcta oxigenación, si es necesaria, mediante oxígeno suplementario.
- Aspiración de secreciones en caso de obstrucción nasal.
- Monitoreo constante por parte del personal médico, especialmente en bebés menores de tres meses o con factores de riesgo.
En algunos casos, y bajo supervisión médica, se puede realizar una prueba terapéutica con broncodilatadores, pero solo si el pediatra considera que hay indicios compatibles con asma o antecedentes familiares que lo justifiquen. Incluso en esos casos, si no hay mejora evidente tras la primera dosis, se suspende su uso.
Es fundamental que padres y cuidadores entiendan que la bronquiolitis no tiene un tratamiento específico con medicamentos, y que el uso innecesario de inhaladores no solo es ineficaz, sino que puede ser contraproducente.
