Farmacia hospitalaria y enfermedades inmunomediadas: hacia una atención integral y personalizada

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Medicamentos en una farmacia de hospital

Cuando hablamos de enfermedades inflamatorias inmunomediadas, también conocidas como enfermedades IMID, nos estamos refiriendo a aquellas que alteran nuestro sistema inmunológico, provocando inflamación crónica sistémica. Y si nombramos a la psoriasis, la artritis psoriásica, la colitis ulcerosa o la enfermedad de Crohn, probablemente entendamos mejor el término, ya que éstos son algunos ejemplos de estas patologías, que afectan aproximadamente a una de cada diez personas en Europa.

Estas enfermedades, que además son crónicas, tienen un elevado impacto en los pacientes, ya que generan síntomas físicos complejos y trastornos emocionales como ansiedad, estrés o baja autoestima.

En busca de una atención integral y personalizada

En este contexto, el papel del farmacéutico hospitalario resulta fundamental. Más allá de garantizar el acceso a los medicamentos, estos profesionales se encargan de velar por una atención integral y personalizada del paciente, que incluye la detección precoz de síntomas emocionales y un seguimiento cercano para favorecer la adherencia terapéutica. Así se ha puesto de manifiesto en la séptima edición de Farmaimpulso IMID, organizada por Johnson & Johnson, donde expertos del sector han resaltado la importancia de un abordaje multidisciplinar que incluya la farmacia hospitalaria como actor clave.

Tal y como ha indicado el doctor Joaquín Borrás Blasco, jefe del Servicio de Farmacia del Hospital de Sagunto y uno de los participantes en esta Jornada, “hasta un 30% de los pacientes con enfermedades crónicas presentan trastornos mentales comórbidos, como ansiedad y depresión”. Este dato refuerza la urgencia de atender la salud mental como parte del tratamiento global de las IMID. De hecho, la encuesta MAPA (Medición de la Calidad de la Atención Sanitaria en Artritis Psoriásica), realizada entre más de 700 pacientes, reveló que las emociones más frecuentes eran tristeza (62%), ansiedad (54%) y baja autoestima (44%). A esto se suma que un 88% de los encuestados reportó dolor en el último mes, y un 78% experimentó un brote en el último año.

En este sentido, la doctora Esther Ramírez Herráiz, farmacéutica del Servicio de Farmacia Hospitalaria del Hospital Universitario de La Princesa de Madrid, ha subrayado que “el impacto de la enfermedad en la vida de las personas es enorme, tanto a nivel personal, como a nivel familiar, social y laboral. A ello se suma la inversión de recursos necesaria en el sistema sanitario, y las consecuencias de las bajas laborales. Los profesionales sanitarios debemos ser muy conscientes de este impacto, que va mucho más allá de la visión meramente clínica a la hora de tratar la enfermedad».

Estos datos evidencian que el enfoque terapéutico requiere una revisión integral.

Mejorar la adherencia y personalizar el tratamiento, prioridades en farmacia hospitalaria

Una de las claves para avanzar en el manejo efectivo de estas enfermedades es mejorar la adherencia terapéutica. El farmacéutico hospitalario tiene un papel crucial en este aspecto, ya que su seguimiento y educación constante al paciente contribuyen a reducir brotes y optimizar los resultados clínicos. Una baja adherencia se traduce en una mayor actividad de la enfermedad, peor calidad de vida y más hospitalizaciones, con el consiguiente aumento del gasto sanitario.

El doctor Borrás Blasco, ha apuntado que “una mala adherencia terapéutica en estas patologías se asocia con un aumento de la actividad de la enfermedad y de la frecuencia de brotes, lo que conlleva una disminución de la calidad de vida de los pacientes”. Y al mismo tiempo “se asocia con una menor eficacia del tratamiento prescrito y, probablemente, con un incremento del riesgo de hospitalización y del uso de recursos sanitarios, con el consiguiente aumento de costes del tratamiento de patologías como la PsO y la APs para el sistema sanitario”.

Al mismo tiempo, para manejar correctamente las enfermedades IMID, es necesario ajustar los tratamientos a cada paciente, evaluando interacciones, seguimiento y educación farmacológica.

El doctor Emilio Monte, jefe de Sección de Farmacia del Hospital Universitario y Politécnico La Fe de Valencia ha insistido en este aspecto, afirmando que «la farmacia hospitalaria debe consolidarse como un miembro activo del equipo multidisciplinar que atiende a estos pacientes, aportando valor clínico, humano y organizativo para contribuir a ese abordaje integral de estos pacientes. Desde luego, nuestra responsabilidad va más allá de garantizar el acceso a los medicamentos y debemos ser un puente entre el conocimiento científico y las necesidades reales de los pacientes, contribuyendo activamente a una atención más segura, efectiva, personalizada y humanizada dentro del equipo multidisciplinar, como figura estratégica que conecta el conocimiento científico con las necesidades reales de los pacientes».

A lo largo de Farmaimpulso IMID los expertos también señalaron los que han considerado los principales retos a los que se enfrentan a la hora de abordar el tratamiento de estas enfermedades: fragmentación asistencial, falta de tiempo para la atención personalizada y necesidad de formación emocional para los profesionales.

Y la Farmacia Hospitalaria contribuye a promover este cambio desde su práctica diaria.

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