La atención a la salud mental en España está atravesando una situación crítica. Según datos recientes, en el sistema sanitario público español solo hay un psicólogo clínico por cada 100.000 habitantes. Es una cifra alarmantemente baja que dificulta el acceso a un tratamiento adecuado para miles de pacientes. Esta situación ha encendido las alertas entre profesionales del sector, pacientes y asociaciones de salud.
Un sistema sanitario saturado y sin recursos suficientes
La falta de psicólogos clínicos y otros especialistas en salud mental no es un problema nuevo, pero en los últimos años se ha visto agravado por el aumento de trastornos psicológicos tras la pandemia, el estrés laboral crónico y las crecientes necesidades emocionales de la población. Esta carencia provoca largas listas de espera, atención insuficiente y, en muchos casos, el abandono del tratamiento por parte de los pacientes.
Actualmente, se estima que hay alrededor de 5,58 psicólogos por cada 100.000 habitantes en el Sistema Nacional de Salud (SNS), una cifra que dista mucho de las recomendaciones internacionales. Por ejemplo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) sugiere una media de entre 15 y 20 psicólogos por cada 100.000 habitantes. Esta diferencia pone en evidencia la urgente necesidad de reforzar los recursos humanos y económicos destinados a la atención psicológica pública.
La salud mental: un derecho que requiere inversión y compromiso
Mientras la demanda de atención psicológica no deja de crecer, los recursos siguen siendo limitados. Esta situación ha llevado a que muchas personas recurran a servicios privados, lo cual genera una brecha social entre quienes pueden pagar un tratamiento y quienes no.
Expertos del sector, como el psicólogo Jesús de la Gándara, subrayan que “la salud mental es un derecho y no un privilegio”, y que es imprescindible una estrategia nacional que garantice el acceso equitativo a los servicios psicológicos. Además, organizaciones profesionales están reclamando al Gobierno que aumente el número de plazas de formación para psicólogos internos residentes (PIR) y que se mejore la financiación de la atención primaria en salud mental.
La situación actual también impacta de forma directa en el personal sanitario. Muchos médicos y enfermeras sufren altos niveles de estrés y desgaste emocional, sin contar con el apoyo psicológico necesario dentro de sus propios entornos laborales. Esta falta de soporte contribuye al agotamiento profesional, disminuye la calidad de la atención y genera un ciclo de desgaste en el sistema sanitario.
En conclusión, la crisis en salud mental en España no solo afecta a los pacientes, sino también a los profesionales del sistema de salud. Aumentar los recursos, mejorar la formación y garantizar el acceso equitativo a la atención psicológica son medidas urgentes para revertir una situación que amenaza con convertirse en estructural si no se toman decisiones políticas firmes y sostenidas.