El estreptococo es una bacteria común que puede causar diversas infecciones, algunas de ellas leves y otras más serias, especialmente en niños. Durante la infancia, el sistema inmunológico aún se está desarrollando, por lo que los pequeños pueden ser más vulnerables a sufrir enfermedades causadas por este microorganismo.
Entender qué es el estreptococo, cómo se transmite, cuáles son sus síntomas y cuándo es necesario acudir al médico es fundamental para actuar a tiempo y proteger la salud de los más pequeños.
¿Qué es el estreptococo y cómo afecta a los niños?
El término estreptococo se refiere a un grupo de bacterias, siendo las más comunes el Streptococcus pyogenes (estreptococo del grupo A) y el Streptococcus pneumoniae (neumococo). Estas bacterias pueden causar diferentes tipos de infecciones, como:
- Faringitis estreptocócica (anginas o amigdalitis)
- Otitis media
- Escarlatina
- Neumonía
- Infecciones en la piel, como impétigo
En los niños, la faringitis estreptocócica es una de las formas más frecuentes de infección. Se manifiesta con dolor de garganta intenso, fiebre, inflamación de las amígdalas, dificultad para tragar y, a veces, erupciones cutáneas o dolor de cabeza. A diferencia de un resfriado común, la infección por estreptococo no suele causar congestión nasal o tos.
Estas infecciones se transmiten fácilmente en ambientes escolares o guarderías, a través del contacto directo con gotitas de saliva o superficies contaminadas. Por eso, es común que los brotes se den en otoño e invierno, cuando los niños pasan más tiempo en espacios cerrados.
Diagnóstico, tratamiento y prevención
Ante la sospecha de una infección por estreptococo, lo ideal es acudir al pediatra. El diagnóstico se confirma generalmente mediante un test rápido o un cultivo de garganta, especialmente en casos de faringitis. Esto es clave para evitar confundirla con infecciones virales, que no requieren antibióticos.
El tratamiento más habitual para las infecciones estreptocócicas es el uso de antibióticos, como la penicilina o la amoxicilina, que ayudan a reducir los síntomas, prevenir complicaciones y evitar la propagación de la bacteria a otros niños. Es fundamental seguir las indicaciones del médico y completar el tratamiento, aunque los síntomas desaparezcan antes.
Además del tratamiento, es importante:
- Fomentar el lavado frecuente de manos
- Evitar compartir utensilios o botellas
- Mantener a los niños en casa hasta que no sean contagiosos (normalmente 24 horas después de iniciar los antibióticos)
- Ventilar los espacios y mantener una buena higiene general
En casos más graves o poco frecuentes, como la fiebre reumática o infecciones invasivas, el seguimiento médico debe ser riguroso. Aunque son menos comunes, estas complicaciones pueden surgir si la infección no se trata adecuadamente.
