El miedo consiste en asociar un estímulo neutro a otro negativo. Mediante la exposición repetida a ambos estímulos, el estímulo neutro se convierte en uno condicionado y las personas acaban mostrando miedo ante su sola presencia. Por tanto, no es necesario experimentar la parte negativa para quedar condicionado.
“El impacto emocional del contenido audiovisual puede verse afectado por la lengua en la que lo consumimos” explica Jon Andoni Duñabeitia (Universidad de Nebrija). Según han demostrado los científicos, la adquisición del miedo depende del contexto lingüísitco.
Se realizó un experimento a 54 estudiantes universitarios que consistía en contar hacia atrás mientras se les mostraban cuadros de dos colores. Los científicos les explicaron que con cada aparición de las figuras de uno de los colores, recibirían pequeñas descargas eléctricas, lo cual era mentira. La mitad de los participantes jugaba en español (su lengua nativa) mientras que la otra mitad lo hacía en inglés (tenían un buen nivel).
Los investigadores midieron la dilatación de las pupilas de los participantes y la resistencia galvánica de la piel. Los resultados fueron contundentes: las participantes que completaron el estudio en inglés experimentaron un miedo menor mientras que los que completaron el estudio en español tuvieron mayor índice de sudoración y dilatación de las pupilas.
Jon Andoni Duñabeitia, de la Universidad de Nebrija, explica que “la reactividad emocional es menor en una lengua extranjera, y esto nos hace distanciarnos con mayor facilidad de situaciones cargadas de contenido emocional”.
Estos resultados pueden trascender a la consulta como herramienta psicoterapéutica. Por ejemplo, para terapias psicológicas en las que los pacientes tengan problemas para expresar una experiencia emocional ante hechos traumáticos o para tomar decisiones en las que interfieran las emociones.
Duñabeitia explica que han realizado, además, diversos estudios sobre el miedo a ver películas y series en lengua nativa o en versión original. El problema en este caso surge cuando no dominamos a la perfección el idioma. “Es importante encontrar el balance entre la capacidad de entender el mensaje y la de percibir las sutilezas no verbales de este”.