La mayoría de edad no está vinculada a una correlación neurocientífica, pues los cambios de un cerebro adolescente a otro adulto son muy sutiles. Hasta 1978, en España, la mayoría de edad se alcanzaba a los 21 años. Algunos investigadores ven esa edad más cercana a la madurez cerebral, pues desde un punto de vista anatómico, la corteza cerebral termina de madurar a los 21 años.
¿Y la edad penal?
La Ley Orgánica 5/2000 de 12 de enero, reguladora de la responsabilidad penal de los menores establece la edad penal en los catorce años, al igual que ocurre con el resto de normas penales en nuestro país, las penas se orientan a la reeducación de los menores de edad y no al castigo.
Al cumplir los 18 años, la mayoría de edad civil y penal coinciden, pero ¿existe realmente para todos los sujetos una relación entre mayoría de edad y madurez cerebral? Javier Urra, el primer Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, que ha trabajado durante 30 años como psicólogo forense en la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia y Juzgados de Menos de Madrid, defiende que el límite aumentará cuando los estudios científicos demuestren que la edad penal ha quedado desfasada.
La mente es moldeada por el entorno
Durante el proceso de maduración, el cerebro es más susceptible de cambiar sobre todo a través de la educación y el entrono familiar. Los niños viven una ebullición constante en sus cerebros, por eso es ideal aprender idiomas en la niñez.
El desarrollo cerebral también está marcado por las características de cada persona. Así se explica que algunos niños de ocho años tengan índices de maduración cerebral superiores a los de personas de 25, según un estudio publicado en Science.
Determinados adolescentes pueden tener sus funciones ejecutivas –las que dirigen la conducta, la actividad cognitiva y emocional– más desarrolladas que adultos de treinta, pero carecen de su experiencia y sabiduría; mientras que otros con 22 aún necesitan un poco de vigilancia por parte de sus padres.
A la hora de fijar una posible edad de madurez también influyen los distintos ritmos de cada área cerebral. En el caso de la corteza, a los diez años es mucho más gruesa que en la edad adulta y se va refinando a lo largo de los años con diferentes tempos, en función del área en cuestión.
Las cortezas frontales y temporales adelgazan a un ritmo más lento que las partes posteriores del cerebro. Por su parte, la mielina, que es la sustancia blanca que recubre a los axones (prolongaciones de las neuronas), se forma hasta la edad adulta.
Las diferencias entre hombres y mujeres son pequeñas. No obstante, algunos estudios han mostrado que las hormonas sexuales influyen en la maduración cerebral y que esta es un poco más lenta en los varones.