El estudio internacional, Temporal trends in sperm count: a systematic review and meta-regression analysis, sobre las causas de la infertilidad masculina, publicado a finales de 2017 y que contó con la colaboración del investigador de la Universidad de Murcia Jaime Mendiola, concluyó que el 15 % de los hombres son infértiles en la actualidad. Entre ellos, el 40% de los casos se debe a causas desconocidas; un 15% son por algún trastorno genético vinculado a un problema de fertilidad; y un 30% son pacientes con seminogramas alterados sin causa genética.
Cada vez más niños nacen después de tratamientos de fertilidad, pero, a pesar del aumento del uso de la reproducción asistida, las tasas de fecundidad en muchos países –como España– siguen estando muy por debajo de la tasa de reemplazo (2,1 hijos por mujer).
Según la última revisión científica publicada a finales de 2017 en la revista Human Reproduction Updat, el semen de los hombres occidentales es peor ahora que hace 40 años. La concentración espermática ha pasado de una media de 99 millones de espermatozoides por mililitro en 1973 a 47,1 en 2011, un declive del 52,4%. Sin embargo, el descenso es aún más marcado en otra variable. De los 337,3 millones de espermatozoides por eyaculación de la década de los 70 se ha pasado a los actuales 137,5 millones, un 59% menos.
Según un estudio realizado en 2008, en Galicia apenas un 8,5% de los jóvenes posee una concentración de espermatozoides inferior a los valores aceptables por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Por otro lado, en Andalucía, Madrid y País Vasco las cifras se elevan hasta el 13,7%, el 14,8% y el 18,7%, respectivamente; y llegan al 22,7% en Cataluña y Comunidad Valenciana.
Hoy en día la única herramienta aceptada para evaluar la fertilidad masculina es el análisis básico del semen o seminograma, que no resulta del todo útil dada su limitada especificidad y sensibilidad, por lo que no permite determinar con certeza si un individuo es fértil o no.
Hay que involucrar a los hombres
En un estudio que analizó 46.078 primeros tratamientos de inseminación con semen de donantes y ciclos de fecundación in vitro (FIV) e inyección intracitoplasmática de esperma (ICSI), se encontró que el número de nacimientos vivos y abortos espontáneos en los tratamientos de reproducción no se vio afectado por la edad de los donantes hasta los 45 años.
“Cuando una pareja llega a un centro de reproducción, a ellas les hacen mil pruebas”, cuenta a Sinc Miguel Ruiz Jorro, andrólogo clínico y vocal de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF). “Pero no es que el semen esté olvidado o haya poca investigación sobre él. El problema es que el experto en medicina reproductiva a veces no lo tiene en cuenta y sigue pidiendo lo mismo que hace 50 años: un seminograma”.
Para Ruiz Jorro, desde el primer momento hay que involucrar a los hombres. “Es muy importante saber las causas que hay detrás, ya que puede repercutir en la salud del varón, de sus futuros hijos y en la probabilidad de que haya embarazo. Además, un recuento espermático bajo puede estar relacionado con una enfermedad como el cáncer de testículos”.
Congelación de óvulos
Con la información genética que se tiene a día de hoy se descarta un mayor riesgo cromosómico para los niños de padres de más edad. “Pero sí se tiene en cuenta, a partir de los 45-50 años, que si el ADN está fragmentado podría estar relacionado con otras enfermedades”, ha señalado Ruiz Jorro.
Sin embargo, la opción de congelar el semen por motivos no médicos no se hace en la actualidad. Según el director de la Fundación IVI, Nicolás Garrido, “no resulta una opción práctica. Primero, porque los beneficios en salud no son tantos y, segundo, porque te aseguras de que tiene que pasar por un tratamiento de reproducción. No sé si tiene mucho sentido”.
Mientras que los hombres fabrican espermatozoides todos los días, la producción de óvulos y su calidad decae drásticamente a partir de una cierta edad. De ahí que en este caso la congelación sí tenga efectos clínicos positivos por el mayor riesgo de problemas genéticos en el futuro bebé. De momento, la diana de la reproducción asistida sigue apuntando más a las mujeres.