La influencia de la salud en el rendimiento escolar adolescente

Varios hábitos relacionados con la salud -como la actividad física, la alimentación, la condición física y el sueño- influyen en diferente medida en el bienestar psicológico y, por extensión, en el rendimiento académico de los adolescentes, según un estudio de la Universidad Jaume I (UJI) de Castellón.

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El estudio se enmarca en un proyecto más global de la UJI, bajo la dirección de Diego Moliner, en el que también participan expertos de las universidades de Castilla-La Mancha, Cádiz, Zaragoza, Almería y Jaume I.

Los investigadores han realizado un seguimiento de tres años a adolescentes a través de cuestionarios validados, análisis sanguíneos, tests de condición física, valoraciones antropométricas y acelerómetros de muñeca, que permiten medir de forma objetiva la actividad física y los patrones de sueño.

Los datos obtenidos con estas herramientas están siendo analizados mediante diferentes técnicas estadísticas, con el propósito de determinar qué factores influyen en mayor o menor medida en el desarrollo de los adolescentes tanto a nivel físico como psicológico y cognitivo. Los resultados se van publicando en diversas revistas científicas.

La adherencia a la dieta mediterránea mejora el rendimiento académico gracias, entre otras, a una mejora de la calidad del sueño.

Uno de ellos, publicado en «Jornal de Pediatria», revela que la calidad del sueño está más relacionada con el rendimiento académico que su duración y que el tiempo de uso de Internet. Un segundo artículo, publicado en «Acta Paediatrica», evidencia que la adherencia a la dieta mediterránea mejora el rendimiento académico gracias, entre otros mecanismos, a una mejora de la calidad del sueño.

Finalmente, un tercer trabajo, publicado en «European Journal of Pediatrics», muestra una relación positiva entre la capacidad de resistencia cardiorrespiratoria y el rendimiento académico de los adolescentes, sugiriendo que la composición corporal tiene un efecto mediador clave en esta asociación.

El grupo de investigación considera que, “si los resultados obtenidos se confirman en futuros estudios, podrían tener importantes implicaciones desde un punto de vista educacional y de salud pública”, ya que establecen procesos de intervención fácilmente aplicables para mejorar el desarrollo de los adolescentes y podrían ayudar a “prevenir el fracaso escolar mediante la promoción de hábitos saludables”.

Por ello, las familias, los educadores y los responsables políticos “deberían tener en cuenta estos resultados para convertir las escuelas en centros promotores de salud y crear programas educativos de apoyo que contemplen factores como la nutrición, el sueño y la actividad física como herramientas para la mejora del rendimiento académico y el desarrollo general en la infancia y la adolescencia”, concluye Diego Moliner.

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