Según los resultados de una investigación liderada por Susana Carmona, investigadora del Servicio de Medicina Experimental del Hospital Gregorio Marañón y del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (CIBERSAM), el embarazo modifica el sistema cerebral del placer y refuerzo en la madre, un sistema básico para la conducta maternal en el reino animal, ya que permite que se sienta atraída por los estímulos procedentes de la cría e inicie una serie de conductas dirigidas a promover su supervivencia.
Esta investigación fue publicada en la revista Psychoneuroendocrinology y, según cuenta Carmona, “hasta la fecha se desconocía si en humanos el embarazo modificaba la anatomía o la función del sistema instintivo y primitivo del cerebro encargado de la motivación, el refuerzo y el placer. En otros mamíferos placentarios, este sistema se ha relacionado con el cuidado maternal”.
“Hemos demostrado que los cambios en este circuito hacen que el bebé se convierta en el estímulo más relevante, llamativo y placentero para la madre, que como consecuencia modificará su conducta para estar en contacto constante con él, cuidarle y protegerle”, añade.
Las mujeres participaron en una resonancia magnética antes y después del embarazo de su primer hijo. Para controlar otras variables no relacionadas con la gestación y la maternidad, también se escaneó a mujeres que no tenían hijos ni habían pensado tenerlos en un futuro próximo. La muestra final consistió en 25 mujeres que fueron madres y 20 mujeres control sin hijos.
Cambios volumétricos en el área cerebral
En el estudio se han observado y analizado datos de neuroimagen estructural y funcional de madres primerizas antes y después del embarazo. Primero examinaron si existían cambios volumétricos en el área cerebral encargada de la motivación y el placer (núcleo accumbens) y si esas modificaciones se asociaban con la activación de esta región ante estímulos visuales de sus bebés.
“Encontramos disminuciones volumétricas en el núcleo accumbens en las mujeres tras su primer embarazo y, cuánto más disminuía el volumen de esta estructura, más se activaba esta área en el cerebro de la madre cuando veía estímulos relacionados con su bebé”, afirma la investigadora.
Estos datos indican que en humanos la conducta maternal está condicionada por sistemas básicos e instintivos que compartimos con otros mamíferos más basales, como los roedores.
“Si caracterizamos bien cómo cambia el cerebro durante el embarazo podremos entender mejor qué ocurre en el cerebro durante las patologías posparto, que ponen en riesgo no solo la salud de la madre sino también la del recién nacido”, asegura Carmona.