La preeclampsia es una complicación que aparece a partir de las primeras 20 semanas de embarazo y conduce a una presión arterial alta y daños en algunos órganos como el hígado y los riñones.
Durante las primeras semanas de embarazo se forman nuevos vasos sanguíneos para poder enviar sangre a la placenta. En casos de preeclampsia se ha podido observar que estos vasos sanguíneos no se desarrollan adecuadamente o funcionan de forma ineficiente.
Suelen ser más estrechos que los vasos sanguíneos habituales de mujeres embarazadas y reaccionan de manera diferente a las instrucciones enviadas por las hormonas. Esto limita la cantidad de sangre que fluye entre los vasos sanguíneos hasta la placenta.
¿Qué relación guarda la preeclampsia con la enfermedad renal?
Según un estudio de la Sociedad Colombiana de Nefrología e Hipertensión Arterial existe un riesgo de un 20-30% de desarrollar preeclampsia en mujeres con enfermedad renal. Esto se debe a que el embarazo es un proceso que provoca numerosos cambios en el cuerpo de la mujer y una mayor exigencia en sus funciones.
El aumento de los volúmenes plasmáticos de células rojas, los cambios vasculares y la necesidad de disponer de más vitaminas y minerales son algunos de las exigencias que el organismo demanda al riñón.
Este trabajo, generalmente, acarrea problemas de salud y dificultades durante el embarazo en las mujeres con enfermedad renal, cuyo riñón no es capaz de llevar a cabo estas acciones adecuadamente.
La preeclampsia intensifica los cambios en el flujo renal durante el embarazo, lo que puede causar el desarrollo de hiperuricemia, que consiste en un exceso de ácido úrico en la sangre, y que puede provocar en última instancia la enfermedad de la gota.
La proteinuria también es otra consecuencia de la preeclampsia. Consiste en la secreción excesiva de proteínas en la orina y su diagnóstico mediante un análisis de orina permite detectar la propia enfermedad. Una elevada presencia de proteínas en la micción, junto con una presión arterial superior a los 140/90 milímetros de mercurio (mm Hg), indican el desarrollo de preeclampsia.
Más aún, la preeclampsia es una patología silenciosa cuyos síntomas muchas veces no son percibidos por parte de la paciente. Es frecuente comenzar a sentir las consecuencias de la preeclampsia después del embarazo. Según la Sociedad Colombiana de Nefrología e Hipertensión Arterial los daños renales que causa la preeclampsia pueden notarse con mayor intensidad a largo plazo, con lo que, es importante realizar un seguimiento tras el parto.
Nuevas investigaciones para tratar la preeclampsia
Los investigadores de la Universidad de Medicinad de Carolina del Sur, en Charleston (Estados Unidos) demostraron en una investigación que los niveles de vitamina D eran bajo en mujeres que sufrían preeclampsia grave.
El nivel medio de vitamina D del grupo de embarazadas con preeclampsia fue de 18 nanogramos por mililitro, mientras que el grupo de las mujeres sin patologías durante el embarazo obtuvo una media de 32 nanogramos por mililitro. Según los expertos, esta vitamina que es esencial para el riñón podría estudiarse como una nueva diana terapéutica para mejorar los pronósticos de la preeclampsia.