El insomnio genera numerosos problemas en el día a día de las personas que lo padecen

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Insomnio-diurno
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El insomnio no sólo afecta a la capacidad de conciliar el sueño por la noche, sino que produce efectos adversos en la capacidad diurna de las personas que lo padecen. Por este motivo, los expertos han valorado la importancia de abordar estos problemas durante la mesa de debate El insomnio en el punto de mira: la noche y el día como objetivo’, celebrada en el marco del XVI Congreso de la Asociación Española de Psiquiatría Privada (ASEPP).

“Con independencia del tipo de terapia utilizada en cada paciente, los objetivos del tratamiento del insomnio deben centrarse en mejorar, por un lado, la calidad y cantidad de sueño, y por otro, los síntomas diurnos asociados al mismo”, ha explicado Cecilio Álamo, Catedrático Universitario de Farmacología y Profesor Emérito de la Universidad de Alcalá.

Los problemas que presentan los pacientes con insomnio están relacionados con la dificultad para iniciar o mantener el sueño, o la presencia de un despertar precoz aun teniendo las condiciones adecuadas para dormir. La falta de sueño durante el día se asocia a síntomas como somnolencia, pérdida del rendimiento o irritabilidad, que pueden acabar afectando al entorno social, laboral o educativo de aquellas personas que lo padecen.

La importancia del sueño-vigilia

El ciclo sueño-vigilia está controlado por distintos sistemas de señalización en el sistema nervioso central. Uno de ellos es el sistema de las orexinas (ORX), considerado un sistema inductor de la vigilia. En las personas que sufren insomnio crónico los ciclos de sueño-vigilia estar afectados, produciéndose un estado de hiperactivación cerebral. Durante el día, una concentración elevada de orexinas es necesaria para estabilizar la vigilia; durante la noche estos niveles descienden, permitiendo el sueño y reduciendo, por tanto, la vigilia. En el caso de las personas que padecen insomnio, se produce una liberación sostenida de orexinas, que prolongaría la vigilia durante la noche, manteniendo a las personas en un estado de hipervigilancia.

En este sentido, Javier Albares, neurofisiólogo clínico y fundador y director de Medicina del Sueño Doctor Albares, Centro Médico Teknon Barcelona, ha afirmado que “los pacientes con insomnio crónico muestran una tendencia a estado de vigilia hiperactiva durante el período de descanso, que produce un impacto considerable en el sueño nocturno y en la vida diurna”. Cuando este estado se mantiene más de tres veces a la semana y excede los tres meses de duración, se considera insomnio crónico.

El insomnio requiere un tratamiento a largo plazo

Según lo establecido por las guías europeas de práctica clínica para el tratamiento farmacológico del insomnio en adultos, lo recomendado a corto plazo -durante un período menor a 4 semanas- son benzodiazepinas, otros hipnóticos no-benzodiazepínicos (denominados fármacos Z) y antidepresivos sedantes. Estos fármacos, si bien permiten la inducción al sueño, alteran su arquitectura, provocando en muchos casos tolerancia y dependencia.

 Asimismo, Álamo ha incidido en los efectos adversos de las benzodiazepinas: “Entre otros, pueden provocar una sedación diurna excesiva, agresividad y violencia paradójica, trastornos de la memoria, deterioro cognitivo, riesgo de demencia, tolerancia, dependencia, insomnio de rebote, ansiedad a la supresión, síndrome de retirada, incoordinación motora o caídas”. Y ha destacado que “con algunos hipnóticos los pacientes pueden dormir más rápido, durante más tiempo y con menos despertares, pero no pueden sentir ningún beneficio en la vida cotidiana”.

En este sentido, Daridorexant, el primer antagonista dual de los receptores de la orexina (DORA) aprobado en Europa, supone una alternativa para tratar el insomnio crónico. Los DORA permiten que el sueño ocurra de forma fisiológica, favoreciendo el descanso y disminuyendo los despertares anómalos.

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