La enfermedad del hígado graso consiste en una acumulación de grasa en el hígado. Es frecuente el desarrollo de este trastorno a causa de la ingesta excesiva de alcohol, que es cuando se llama enfermedad del hígado graso alcohólico. Asimismo, esta condición es también conocida por su desarrollo en personas que consumen poco o nada de alcohol y en estos casos se denomina la enfermedad del hígado graso no alcohólico.
Los síntomas suelen ser silenciosos, aunque, puede notarse un dolor en el lado superior derecho del abdomen. La primera prueba para determinar el desarrollo de la enfermedad de hígado graso es por medio de una ecografía hepática. Este método permite visualizar tejidos blandos como el hígado, de forma que, a través de las imágenes podrá determinarse si hay presencia de grasa en el órgano.
Posteriormente, para concretar de forma definitiva un diagnóstico será necesario analizar una muestra del tejido hepático a través de una biopsia. Cuando una biopsia muestra grasa en el hígado, no se considera que se ha desarrollado la enfermedad. Para ello, la biopsia debe mostrar heridas de causas por una fibrosis.
Esta patología surge cuando el metabolismo desarrolla un trastorno. Al ser un problema metabólico este puede ser provocado por enfermedades como la diabetes o prediabetes, la obesidad, el colesterol, enfermedades relacionadas con los triglicéridos o a causa de la hipertensión.
Esta enfermedad es cada vez más común. Los expertos atribuyen el aumento de casos de hígado graso a causa de malos hábitos alimenticios y al sedentarismo de la actual sociedad. De hecho, según el American College of Gastroenterology, el 66% de personas que padecen obesidad podrían haber desarrollado esta condición hepática. Esta misma entidad establece que existe una clara relación entre el aumento de personas con obesidad y el incremento de personas que han desarrollado hígado graso.
¿La esteatohepatitis es lo mismo que la enfermedad del hígado graso?
La esteatohepatitis es un estado avanzado de la enfermedad del hígado graso. Los expertos aún no han logrado concretos el motivo por el que llega a desarrollarse. Algunas hipótesis estiman que el estrés oxidativo podría dañar las células hepáticas o que las propias células de la grasa acumulada liberan proteínas inflamatorias que son tóxicas y dañan al hígado.
El mayor problema que acarrea llegar a la esteatohepatitis es la cirrosis. Su desarrollo es lento y prolongado, pero alcanzar este punto hace mas complicado revertir la enfermedad. Existen casos registrados de pacientes que con una dieta equilibrada lograron bajar de peso y que la fibrosis remita, pero, no es tan sencillo. Este momento de la enfermedad es determinante puesto que una cirrosis es más grave que una fibrosis. En este punto el hígado está cicatrizando y se encuentra más dañado. La esperanza de vida de las personas con cirrosis es de 10 años de media.
Alimentación y tratamiento para el hígado
Hoy en día no existen terapias médicas capaces de curar esta enfermedad. Hasta el momento los estudios científicos han sido capaces de demostrar que la pérdida de peso logra reducir las grasas del hígado, e incluso, revertir la enfermedad. El catedrático de Nutrición y Bromatología en la UCM, Francisco J. Sánchez Muniz, explicó en la ponencia titulada Silicio como componente funcional en la prevención del hígado graso, en las XXIII Jornadas de Nutrición Práctica y el XIII Congreso Internacional de Nutrición, Alimentación y Dietética, celebrados en Madrid, datos específicos de como revertir el trastorno de la enfermedad de hígado graso. Para el experto, la alimentación debe ir acompañada de un ejercicio porque “si no se hace actividad física no se soluciona absolutamente nada, porque, aunque la dieta sea equilibrada existe un exceso de hidratos de carbono y energía”.
Teniendo en cuenta que para muchas personas con la enfermedad del hígado graso el deporte resulta todo un reto de fuerza de voluntad, el especialista recomienda comenzar moderadamente. “Lo primero es empezar a andar, y hacerlo activamente. Es mejor empezar caminando 15 minutos y luego subir hasta 30 minutos”. Además, respecto a la alimentación concreta que deben incrementarse el consumo de cereales integrales y reducir la ingesta de hidratos de carbono simples.
A pesar de que la dieta es la mejor solución frente a la enfermedad, existen numerosas investigaciones en búsqueda de la diana adecuada que permita desarrollar terapias que reviertan el trastorno del hígado graso. El grupo de Ciberobn y el Centro Singular de Investigaciones en Medicina Molecular y Enfermedades Crónicas de la Universidad Santiago de Compostela determinaron en un estudio que bloquear el receptor GPR55 puede hacer que el metabolismo genere menos grasa y que el daño, por tanto, sea menor.
Otra opción para futuras terapias es la alteración del gen GRK2. Tal y como explicó Marta Cruces-Sande, primera autora del trabajo del CIBERCV sobre el gen GRK2 en hígado graso, e investigadora del CIBERCV en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (UAM-CSIC), científicos del CIBERCV de la Universidad Autónoma de Madrid “la reducción en los niveles de GRK2 en ratones disminuye la acumulación de grasa en el hígado, reduce la inflamación en este tejido y mejora la respuesta celular ante esta dieta”. Esto implica que en el futuro las terapias que trabajan por inhibir a este gen podrían ayudar a remitir la enfermedad del hígado graso.