La obesidad y la desnutrición, cada vez más conectados

Más de un tercio de los países de ingresos bajos y medianos presentan formas de malnutrición como la obesidad o la desnutrición.

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obesidad y desnutrición

Casi 2300 millones de niños y adultos tienen sobrepeso y más de 150 millones de niños tienen retraso del crecimiento. Además, en los países de ingresos bajos y medianos esos problemas emergentes se solapan en una misma persona, en las familias, las comunidades y los países.

Los rápidos cambios que se producen en los sistemas alimentarios actuales provocan que cada vez más personas estén expuestas a ambos tipos de malnutrición en diferentes etapas de su vida, lo cual agrava los efectos perjudiciales en la salud.

Son los datos de un nuevo estudio publicado en The Lancet, que ha utilizado datos de encuestas realizadas en los países de ingresos bajos y medianos en las décadas de 1990 y de 2010 para estimar qué países registraban una doble carga de malnutrición, entendida esta como una situación en la que más del 15% de la población presenta emaciación, más del 30% retraso del crecimiento, más del 20% de las mujeres, delgadez, y más del 20% de los habitantes, sobrepeso.

La conclusión de los autores es que se necesita un nuevo planteamiento para contribuir a reducir simultáneamente la desnutrición y la obesidad, ya que ambos problemas están cada vez más conectados entre sí debido a los cambios vertiginosos registrados en los sistemas alimentarios de los países.

Ambas patologías están asociadas a efectos que se transmiten entre generaciones. Al presentarlas la madre, se observa una salud deficiente en la descendencia.

El estudio concluye que «nos enfrentamos a una nueva realidad nutricional«, según ha declarado el doctor Francesco Branca, director del Departamento de Nutrición para la Salud y el Desarrollo de la Organización Mundial de la Salud y autor principal del informe.

“Ya no podemos clasificar a los países en dos categorías: países de ingresos bajos y con problemas de subalimentación y países de ingresos altos y afectados solamente por la obesidad. Todas las formas de malnutrición tienen un denominador común: sistemas alimentarios que no pueden ofrecer a todas las personas una alimentación saludable, inocua, asequible y sostenible. Para cambiar esto se requieren medidas en todas las etapas de los sistemas alimentarios: desde la producción y el procesado, pasando por el comercio y la distribución, la fijación de precios, la comercialización y el etiquetado, hasta el consumo y los desechos de alimentos. Todas las inversiones y políticas pertinentes deben reexaminarse radicalmente”. 

En el informe se presenta un conjunto de “medidas de doble finalidad” que previenen o reducen a la vez el riesgo de deficiencias nutricionales que desembocan en insuficiencia ponderal, emaciación, retraso del crecimiento o deficiencias de micronutrientes, y el riesgo de obesidad o ENT, utilizando la misma intervención, programa o política.

Entre esas medidas se incluyen desde mejores prácticas de atención prenatal y de lactancia materna o políticas de bienestar social, hasta nuevas políticas para la agricultura y los sistemas alimentarios cuyo objetivo principal es una alimentación saludable. 

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