Las mujeres expuestas a la contaminación tienen mayor riesgo de hipertensión

La investigación señala que la exposición a largo plazo a partículas finas se asocia con más prevalencia de hipertensión independientemente del tipo de combustible utilizado para cocinar.

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Un equipo liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por “la Caixa”, se propuso analizar la relación entre la contaminación del aire y el riesgo de hipertensión arterial en la India, un país de renta media-baja en el que se prevé que aumenten las cargas de la contaminación del aire y de hipertensión. Las conclusiones muestran que las mujeres más expuestas a la contaminación del aire en su lugar de residencia tienen una mayor prevalencia de hipertensión.

El estudio se ha realizado en el marco del Proyecto CHAI y se ha publicado en la revista Epidemiology. Se realizó a partir de datos de 5.531 personas adultas de 28 aldeas periurbanas cerca de la ciudad de Hyderabad, en el sur de la India.

Se midió la presión arterial ­–sistólica y diastólica– de los participantes y se estimó su exposición anual a la contaminación del aire por partículas finas (PM2,5) y carbono negro en sus viviendas. Además, las personas también rellenaron un cuestionario con información sociodemográfica, hábitos de vida (incluyendo la actividad física y el consumo de sal) y las características de la vivienda, donde se incluía por ejemplo el tipo de combustible usado para cocinar (biomasa o limpio).

Todas las personas participantes en el estudio estuvieron expuestas a valores de partículas finas superiores al límite de 10μg / m³ recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). La media de exposición a PM2,5 fue de 33 μg/m3. Según las mediciones de la presión arterial, casi la mitad de los participantes (46%) se identificaron como personas hipertensas, con altas proporciones de participantes con hipertensión no diagnosticada y no tratada.

Los resultados mostraron que un aumento de 1μg/m3 en la exposición a PM2.5 se asociaba con un 4% más de prevalencia de hipertensión en las mujeres, así como una presión sistólica y diastólica más elevada ­– 1,4 mmHg y 0.87 mmHg más, respectivamente–. En el caso de los hombres, las asociaciones fueron estadísticamente débiles.

“Las mujeres pasaron la mayor parte del tiempo cerca de sus casas –83% del tiempo diario frente al 57% de los hombres–, lo que sugiere que la exposición a la contaminación del aire en las viviendas fue más relevante para ellas: esto podría explicar por qué se encuentra más asociación en mujeres que en hombres”, argumenta Ariadna Curto, primera autora de la publicación.

Inflamación y estrés oxidativo

La investigación señala que la exposición a largo plazo a partículas finas se asocia con más prevalencia de hipertensión independientemente del tipo de combustible utilizado para cocinar. “En otros estudios se ha visto que las mujeres que cocinan con combustibles sólidos, como la biomasa, acostumbran a presentar una mayor presión arterial sistólica y diastólica que las que usan combustibles limpios, pero en este trabajo no se hallaron datos suficientemente robustos que puedan confirmarlo y se sugiere que los efectos de la contaminación pueden ser independientes de los de la contaminación del aire interior«, subraya.

«A la luz de nuestra falta de asociación con el carbono negro, es importante tener en cuenta que esta es un área periurbana, donde las fuentes y la composición química de la contaminación del aire difieren de las áreas urbanas en su mayoría dominadas por fuentes de tráfico», agrega Curto.

Cathryn Tonne, coordinadora del proyecto CHAI y del estudio, explica que el mecanismo por el cual la contaminación del aire podría contribuir al desarrollo de la presión arterial alta “incluye la inflamación y el estrés oxidativo, que puede llevar a cambios en las arterias”.

“Se necesita evidencia epidemiológica adicional para corroborar nuestros hallazgos, idealmente a partir de estudios que usen datos longitudinales, aunque todo apunta que las políticas públicas encaminadas a reducir la contaminación del aire tendrían grandes beneficios para la salud cardiovascular”, concluye Tonne.

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