Un equipo de científicos del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) descubren una proteína que permitiría protegerse a las personas tratadas con radioterapia de la toxicidad producida por este tratamiento. Este hallazgo, publicado en la revista Science, podría aplicarse además de en oncología, en otras áreas, cambiando la forma en la que el ser humano se pueda proteger de altas dosis de radiación como podría ser el caso de viajes espaciales o accidentes nucleares.
La radioterapia junto a la quimioterapia o la cirugía, es uno de los tratamientos más utilizados y eficaces en el cáncer. Consiste en utilizar dosis de radiación que permiten destruir las células malignas, logrando así incrementar la supervivencia de los pacientes. Sin embargo, también daña a las células sanas provocando toxicidad en el intestino en 6 de cada 10 pacientes. Aunque es habitual que este efecto adverso desaparezca una vez finalizado el tratamiento, en el 10% de los casos persiste y desemboca en lo que se conoce con el nombre de Síndrome Gastrointestinal, llegando en algunos casos a provocar la muerte.
El Grupo de Factores de Crecimiento, Nutrientes y Cáncer del CNIO han descubierto que niveles altos de una proteína llamada URI protegían a los ratones de los daños intestinales provocados por la radioterapia. “A semejanza del pH o la temperatura, que tienen que mantenerse en unos niveles equilibrados para el correcto funcionamiento del cuerpo, URI también parece contar con una ventana muy estrecha de equilibrio que determina el correcto funcionamiento de otras proteínas: cuando sus niveles están por encima o por debajo de esa ventana puede promover tumores o proteger contra su desarrollo, así como el de otras enfermedades”, afirma Nabil Djouder, jefe del Grupo del CNIO y autor principal del estudio.
Durante el estudio clínico, se utilizaron tres modelos de ratón modificados genéticamente para analizar el comportamiento de URI con la radiación. El estudio demostró, que los ratones diseñados para expresar altos niveles de URI sobrevivieron al síndrome gastrointestinal en un 100 % de los casos, cuando, en condiciones normales, fallece hasta un 70 % de ellos. En cambio, los ratones sin el gen fallecieron en su totalidad por el síndrome.