El tumor cerebral más letal actualmente es el glioblastoma multiforme, y su tratamiento se basa esencialmente en la extirpación mediante cirugía, consiguiendo así una supervivencia media de un año.
Actualmente, una investigación en ratones ha demostrado que un tratamiento basado en polifosfacenos, es capaz de mejorar el transporte de los medicamentos contra el cáncer. Este descubrimiento ha sido realizado por el Centro de Investigación en Medicina Molecular y Enfermedades Crónicas (CiMUS), en consonancia con el Instituto de Salud Carlos III y la Universidad de Nottingham, y dirigido por Marcos García Fuentes.
Dicha investigación ha contado con una financiación de la Fundación BBVA, la cual “ha sido muy importante” y ha permitido a los investigadores “seguir una línea de investigación en la frontera del conocimiento, además de darnos más visibilidad”, señala el director del equipo.
La utilización de tratamientos que pueden llegar a silenciar los genes que provocan dichos tumores, tienen una gran capacidad para el desarrollo de terapias personalizadas. A pesar de ello, este tipo de medicamentos no mantienen una extensa aplicación, debido a sus problemas de constancia en el cuerpo.
El equipo de científicos que ha realizado el ensayo con el uso de los nuevos nanomaterales (polifosfacenos), ha confirmado que un derivado de este mejora el transporte de los fármacos al interior de las células tumorales, además de reducir la toxicidad de dichos tratamientos.
“El secreto de este material es una estructura que se vuelve insoluble en el ácido de las vesículas digestivas, induciendo su desestabilización y permitiendo al medicamento genético escapar al interior celular”.
Este estudio en colaboración con el Instituto de Salud de Carlos III, ha sido realizado en tumores humanos implantados en ratones, terminando de demostrar que el uso de dicho medicamento combinado con la quimioterapia, reduce el tumor en mayor porcentaje que un tratamiento basado únicamente en el segundo. Afirma el investigador García Cifuentes, que “el secreto de este material es una estructura que se vuelve insoluble en el ácido de las vesículas digestivas, induciendo su desestabilización y permitiendo al medicamento genético escapar al interior celular”.
Aprovechar la extirpación para su implantación en el cerebro
Puesto que el objetivo es que se aplique como suplemento de la cirugía y la quimioterapia, afirma el doctor García Cifuentes que “la idea es implantarla directamente en el cerebro”, insistiendo en que “la vía intravenosa es muy complicada y tiene menos probabilidades de éxito”. Además, añade que “los ratones a los que solo se les daba quimioterapia acababan con tumores el doble de grande que los que se trataban con quimioterapia y nanopartículas”.
Por otro lado, el tratamiento no suprimirá que el paciente deba realizar ciclos de este, al igual que se hace con la quimioterapia. Ya que los resultados demostrados, sugieren que la terapia génica estará limitada a una o dos semanas.
Considerando que fármaco podría aplicarse para otro tipo de tumores como el melanoma, el equipo que ha desarrollado el tratamiento se encuentra trabajando en la mejora de este, por lo tanto, afirma el investigador García Cifuentes que, “si todo sale bien y logramos el apoyo de empresas, podríamos empezar a realizar los primeros ensayos clínicos en pacientes dentro de cuatro o cinco años”.