La depresión es una de las condiciones más desafiantes dentro de la salud mental que, por sus propias características, afecta profundamente la calidad de vida de quienes la padecen, impactando su bienestar emocional, físico y social.
Dentro de la depresión, la denominada depresión resistente constituye una enfermedad discapacitante y devastadora, cuyos síntomas suelen incluir pérdida de interés en las actividades cotidianas, trastornos del sueño, del apetito o del deseo sexual, pensamientos suicidas y disminución de la velocidad del habla y de la acción, lo que supone una carga significativa en la vida diaria de quienes conviven con esta condición, a nivel personal, familiar y laboral.
Sin embargo y a pesar de sus implicaciones directas en la vida de los pacientes, en muchas ocasiones se encuentra sin diagnosticar. Y es precisamente en este contexto, en el que la enfermería desempeña un papel fundamental.
La jornada “LUZ. Iluminando vidas desde la enfermería en salud mental”, organizada por Johnson & Johnson en Valencia, se ha ocupado de su importante labor, destacando, entre otros muchos aspectos, la importancia de la intervención temprana de la enfermería en el manejo de la depresión resistente al tratamiento. Y en este sentido, los expertos coincidieron en que un enfoque multidisciplinar, donde la enfermería tenga un rol activo, puede marcar una diferencia fundamental en la evolución de los pacientes.
Depresión resistente al tratamiento: un desafío creciente
Se considera que un paciente presenta depresión resistente al tratamiento (DRT) cuando, a pesar de haber recibido al menos dos antidepresivos adecuados en dosis y duración, no experimenta mejoría significativa. Las estimaciones más recientes indican que hasta un 55% de los pacientes con depresión pueden desarrollar DRT, lo que convierte a esta condición en un problema de salud de gran relevancia.
Los síntomas de la depresión resistente incluyen:
- Pérdida de interés en actividades cotidianas.
- Alteraciones del sueño y del apetito.
- Disminución de la velocidad del habla y de la acción.
- Pensamientos suicidas.
Estos síntomas no solo afectan al paciente, sino también a su entorno familiar y social, generando un impacto significativo en su vida diaria y en su capacidad de relacionarse con los demás.
El valor de la intervención temprana de la enfermería
Según Lidia Martínez, enfermera especialista en salud mental en el Centro de Salud Mental La Fábrica de Alcoy (Alicante) y profesora asociada del Departamento de Enfermería de la Universidad de Alicante, la intervención de los profesionales de enfermería debe ser temprana y ágil: «si se retrasa el abordaje, se produce una reducción en la capacidad del cerebro para generar nuevas conexiones, lo que prolonga el sufrimiento del paciente y agrava sus síntomas tanto físicos como emocionales».
La enfermería sitúa pues, el cuidado y la ciencia, al servicio de los pacientes con depresión y se encuentra en una posición clave para promover las acciones de autocuidado en las personas con este trastorno, ampliando sus funciones más allá de la administración de medicación y monitoreo de efectos adversos y proporcionando:
- Evaluación y seguimiento individualizado.
- Educación para el paciente y su entorno.
- Promoción de hábitos saludables.
- Creación de un vínculo terapéutico que fomente la adherencia al tratamiento.
Sonia Vega, enfermera y coordinadora de la Unidad de Depresión del Hospital Cruz Roja de Córdoba, subraya, por su parte, que el contacto cercano con el paciente desde las primeras semanas del tratamiento es crucial, ya que “favorece la consolidación de una relación terapéutica de calidad, lo que permite un mejor control de la evolución del paciente y su adaptación al tratamiento”.
Derribar barreras: el estigma de la depresión
Lamentablemente, el estigma social que ha rodeado históricamente a las enfermedades mentales, sigue estando presente. Ver a los enfermos como una amenaza, discriminarlos y rechazarlos por los prejuicios que todavía tiene una parte de la sociedad provoca que, en muchos casos, quien padece o cree que puede padecer una enfermedad mental no se atreva a verbalizarlo. Y esto supone uno de los mayores obstáculos para el tratamiento de la depresión.
“La estigmatización puede manifestarse de diversas maneras, desde la minimización de los síntomas hasta la falta de apoyo en el entorno familiar y laboral”, según Lidia Martínez. «Un mayor conocimiento y comprensión de la patología podría reducir la estigmatización asociada, contribuyendo a que un mayor número de personas busquen ayuda».
Un enfoque integral para una mejor recuperación
El papel de la enfermería en el tratamiento de la depresión resistente al tratamiento es más relevante que nunca, a través del seguimiento y adaptación del tratamiento, el apoyo emocional, el fomento de la adherencia y la contribución para reducir el estigma asociado a la enfermedad.
Eventos como la jornada “LUZ” permiten compartir conocimientos y experiencias entre profesionales, con el objetivo de seguir mejorando la calidad de vida de los pacientes con depresión. Tal y como se destacó en el encuentro, cada día sin tratamiento efectivo es un día más de sufrimiento para el paciente, por lo que una intervención oportuna puede marcar una gran diferencia en su recuperación.
