Un nuevo estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), ha revelado que la exposición a las partículas finas (PM2,5) durante el embarazo y hasta los 7 años de edad está asociada con una reducción en habilidades cognitivas fundamentales, como la atención ejecutiva y la memoria de trabajo.
La atención ejecutiva es una de las tres redes que conforman la capacidad de atención. Interviene en las formas de atención de nivel elevado, como la detección y resolución de conflictos en los que caben varias opciones y respuestas, así como en la detección de errores, la inhibición de respuestas o la regulación de pensamientos y sentimientos.
La memoria de trabajo se ocupa de almacenar información para su posterior manipulación y resulta fundamental para el aprendizaje, el razonamiento, la resolución de problemas o la comprensión del lenguaje.
La investigación, realizada en el marco del proyecto BREATHE, contó con 2.221 participantes de centros escolares de la ciudad de Barcelona, con edades comprendidas entre los 7 y los 10 años.
Para evaluar las capacidades cognitivas de los niños, se realizaron diversos tests cognitivos por ordenador. Para estimar la exposición a la contaminación atmosférica en el domicilio -desde el inicio del embarazo y a lo largo de la infancia- se usó un modelo matemático desarrollado a partir de mediciones reales.
Los resultados del trabajo, que han sido publicados en Environmental Health Perspectives, mostraron que aquellos que habían sido expuestos a partículas finas (PM2,5) contaban con una menor memoria de trabajo al alcanzar las edades en que se practicaron los tests cognitivos (entre los 7 y los 10 años).
Los resultados refuerzan los estudios previos
Existen cada vez más evidencias de que estar expuesto a la contaminación atmosférica en las primeras etapas de la vida está asociado con efectos negativos sobre las capacidades cognitivas.
El objetivo de este trabajo era profundizar en el conocimiento generado por anteriores estudios realizados por el mismo equipo, que observaron que los niños y niñas que van a escuelas con mayores niveles de contaminación procedente del tráfico tienen un menor desarrollo cognitivo.
Si los estudios anteriores del proyecto BREATHE habían analizado la exposición atmosférica en los centros escolares a lo largo de un año, en esta ocasión se evaluó la exposición atmosférica en el domicilio de los y las participantes y en un periodo de tiempo mucho más amplio: desde la etapa prenatal hasta los 7 años de edad.
Los resultados actuales muestran un efecto acumulado de la exposición a las partículas finas a lo largo de todo el periodo de estudio, aunque la asociación hallada es más fuerte si se toman en cuenta los años más recientes.
“Este estudio refuerza los resultados anteriores y confirma que la exposición a los contaminantes del aire al inicio de la vida y en la infancia es una amenaza para el neurodesarrollo y un obstáculo para que los niños y niñas alcancen su pleno potencial”, afirma Jordi Sunyer, firmante del artículo y coordinador del programa de Infancia y Medio Ambiente de ISGlobal.
Diferencias de género
La segregación de los resultados por sexos permitió observar que la relación entre exposición a PM2,5 y menor memoria de trabajo se daba únicamente entre los niños y no en las niñas.
“No sabemos todavía a qué se deben estas diferencias, pero existen diversos mecanismos de carácter hormonal o genético que podrían llevar a que las niñas tuviesen una mejor respuesta a los procesos inflamatorios desencadenados por las partículas finas y fuesen menos susceptibles a su toxicidad”, explica Ioar Rivas, investigadora de ISGlobal y primera autora del estudio.
No obstante, se observó que una mayor exposición a partículas finas estaba asociada a una menor atención ejecutiva, tanto en niños como en niñas.