El pH es una medida que indica la acidez o alcalinidad de una disolución. Esta se considera ácida con un pH de entre 0-7 y alcalina con uno de entre 7-14. En este sentido, el pH vaginal nos informa sobre la salud vaginal en función de su acidez, ya que es fundamental que la vagina mantenga su entorno ácido (con valores de pH por debajo de 7) para mantener a raya a las bacterias perjudiciales.
¿Cuáles son los niveles normales de pH?
El pH vaginal varía en función de la etapa de la vida de la mujer. En la preadolescencia, antes de la llegada de la menstruación, y durante la menopausia, ronda valores neutros (un pH de 7). Sin embargo, durante la etapa fértil lo habitual es que el medio sea ácido –con un pH de entre 4,5 y 5 o incluso de 4 durante el embarazo-. Durante la menstruación, el pH sube ligeramente hasta 7.
¿Cómo se mantiene la acidez en la vagina y por qué esta es importante?
Seguramente has oído hablar de la flora vaginal. Se trata de un conjunto de microorganismos que pueblan la vagina, entre ellos los lactobacilos. Los lactobacilos son los principales responsables del mantenimiento del medio ácido vaginal. Se alimentan del glucógeno que se almacena en las paredes vaginales y lo metabolizan, liberando en su lugar ácido láctico.
La acidez vaginal es fundamental porque contribuye a acabar con los elementos patógenos, es decir, previene infecciones. Y es que los patógenos necesitan un entorno alcalino (pH superior a 7.0) para sobrevivir.
De esta manera, tener niveles elevados de pH hace que tu organismo sea más susceptible a infecciones como la vaginitis, la candidiosis o la vaginosis, incluso, a ciertas infecciones de transmisión sexual como la clamidia o la gonorrea. Si quieres saber más sobre ellas, te lo contamos en Vaginitis: síntomas, tratamiento y prevención y en Candidiasis vaginal: descubre sus causas, síntomas y tratamiento.
Consejos para evitar la alteración del pH vaginal
Como hemos visto, preservar un pH adecuado en la zona vaginal nos ayuda a mantenernos saludables y libres de infecciones. Para ello, es fundamental seguir algunas pautas:
- Utilizar productos específicos para la higiene íntima. Estos ayudan a preservar la salud de la zona al contener un pH más ácido de lo habitual.
- Evitar la higiene excesiva: la vagina tiene que permanecer limpia y seca, pero solo se debe limpiar su parte externa. Se deben evitar las duchas vaginales o el uso de productos perfumados, ya que podrían alterar el pH. Por ejemplo, solo el agua ya tiene un pH de 7, superior a lo indicado.
- Llevar ropa interior suave de algodón: la seda o el nylon aumentan la sudoración y pueden irritar el área genital. Además, las prendas muy ajustadas, los salvaslips o las compresas impiden la correcta transpiración.
- Acudir al ginecólogo al notar síntomas de picor, escozor o sequedad. Estos normalmente indican un pH desequilibrado y/o la presencia de infecciones. Consultar con un profesional sanitario es fundamental para seguir el tratamiento más adecuado.