La Sociedad Española de Cardiología (SEC) y la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) han elaborado el primer documento de consenso sobre el manejo de la hiperpotasemia crónica (un trastorno iónico frecuente definido por la elevación de los niveles de potasio en sangre por encima de 5 mEq/L) en pacientes con insuficiencia cardíaca (IC).
Este documento de consenso, en el que han participado más de un año de 20 expertos de ambas especialidades, tiene como objetivo poner de manifiesto la importancia que tiene el potasio y su regulación, y las estrategias de actuación para su control en pacientes con insuficiencia cardíaca y fracción de eyección reducida.
En palabras del doctor Luis Almenar, responsable de la Unidad de Insuficiencia Cardíaca y Trasplante del Servicio de Cardiología del Hospital Universitario y Politécnico La Fe, de Valencia, el potasio es un elemento que el organismo utiliza fundamentalmente para regular el potencial eléctrico de las membranas de algunas de sus células, en particular las neuronas y las musculares esqueléticas y cardíacas. Así, recuerda, “el ajuste de su concentración plasmática es imprescindible para el buen funcionamiento de esas células y por tanto del organismo. Un exceso o defecto del nivel de potasio en la sangre se asocia a una mayor mortalidad. Por ello, el control de este elemento es, no sólo aconsejable, sino también necesario e imprescindible”.
El doctor Almenar explica que la elevación de las concentraciones de potasio en pacientes con insuficiencia cardíaca es relativamente frecuente. “Ello puede producir alteraciones graves por sí mismas. Pero, además, la elevación del potasio sanguíneo impide la administración de medicamentos que se sabe que son muy efectivos para la insuficiencia cardíaca (inhibidores del sistema renina-angiotensina-aldosterona -iSRAA-). De tal manera que, al no poder administrarlos, o al menos en las cantidades adecuadas, también se incrementa la mortalidad. Por tanto, el riesgo para los pacientes que presentan un potasio elevado es doble; por un lado, reflejo de su capacidad de producir arritmias que comprometen la vida; y, por otro, por no poder administrarles el tratamiento adecuado”.
Información concisa y práctica
Por su parte, el doctor Álvaro González Franco, director de la Unidad de Gestión Clínica de Medicina Interna del Hospital Universitario Central de Asturias, ha puesto de manifiesto que este documento “aporta información concreta, concisa y práctica sobre el manejo de una situación clínica cada vez más frecuente en pacientes con IC, con el objetivo de facilitar la toma de decisiones y fomentar la prescripción y dosificación de fármacos de primera línea que han demostrado reducir ingresos por IC y mortalidad cardiovascular”.
A su juicio, la necesidad de este documento se explica por tres motivos: “Primero porque la IC es una de las patologías más prevalentes en nuestro entorno, siendo la primera causa de hospitalización en mayores de 65 años en la última década, y en progresión ascendente. En segundo lugar, porque los fármacos inhibidores del SRAA son un pilar fundamental del tratamiento de la IC y una de las principales limitaciones para alcanzar la dosis plena son los problemas de hiperpotasemia. Y, por último, porque en la actualidad disponemos de nuevos fármacos que permiten controlar adecuadamente los niveles de potasio sérico, con un perfil de seguridad y tolerabilidad superiores a los que teníamos previamente”.
Este documento propone un algoritmo en el que se establece la actuación terapéutica recomendada en función de los niveles de potasio. Para pacientes con niveles de potasio en sangre entre 4-5 mEq/L se recomienda la prescripción de un iSRAA, con cifras entre 5,1-6,0 mEq/L, se valorará asociar un nuevo quelante para el control del potasio (patiromer o ciclosilicato de zirconio y sodio) a los iSRAA, mientras que, si se supera estos parámetros, se recomienda suspender los iSRAA y reevaluar.