A lo largo de la vida llegan a nuestro cuerpo diversas bacterias que pueden producirnos daños, uno de los más habituales es la infección por Helicobácter pylori. De acuerdo con la Fundación Española del Aparato Digestivo, hasta el 40% de la población humana tiene esta bacteria en su estómago, una cifra que aumenta hasta el 80% en el caso de los países en desarrollo.
La gran mayoría de las personas que tienen Helicobácter pylori no experimentan síntomas, pero aquellas que sí lo hacen deben consultarlo con su médico. Y es que esta bacteria puede producir gastritis y úlceras pépticas, además de aumentar las posibilidades de desarrollar una úlcera gástrica o duodenal.
Cómo se transmite la bacteria Helicobácter pylori
Además del estómago, Helicobácter pylori pude encontrarse también en la saliva, en las heces y en la placa dental. Por ello, lo más habitual es infectarse durante la infancia en el entorno familiar. En los países en desarrollo, además, es frecuente contraer la infección a través de aguas contaminadas.
En el caso de saber que uno de los miembros de la familia ha contraído la bacteria, es recomendable extremar la higiene y separar los objetos personales que puedan entrañar riesgo de contagio, como son cepillos de dientes o toallas.
Principales síntomas de la infección por Helicobácter pylori
Cuando esta bacteria daña la barrera protectora de nuestro aparato digestivo, es cuando podemos comenzar a sentir molestias. Aunque al principio pueden ser leves, estas molestias pueden evolucionar hacia afecciones más graves, por lo que debemos acudir al médico en cuanto las notemos. Estas son las más comunes:
- Dolor en la parte central y alta del abdomen
- Hinchazón o distensión abdominal
- Disminución del apetito o sensación de saciarse más rápidamente de lo normal
- Náuseas
- Cansancio o anemia producidos por el sangrado de las úlceras
- Heces oscuras
- Pérdida de peso
Qué hacer si sospechamos que tenemos Helicobácter pylori
Dado que los síntomas que presenta pueden corresponder a diferentes enfermedades, es importante consultar con un médico para que puede determinar el origen de los mismos y confirmar si se trata de este tipo de infección.
Las formas más habituales de diagnosticarla son los test de aliento, los test de heces, los test serológicos en sangre o las endoscopias. De confirmarse la presencia de la bacteria, el facultativo indicará un tratamiento encaminado a eliminarla. Además de seguir el tratamiento indicado, es recomendable prescindir de alimentos pesados como fritos o rebozados, así como de salsas fuertes o platos muy condimentados.
Aunque es poco frecuente, la infección por Helicobácter pylori puede desencadenar un cáncer gástrico. Por este motivo, aquellas personas que tengan antecedentes familiares de este tipo de cáncer deberían informar a su médico y realizarse pruebas para confirmar si tienen esta bacteria.