¿Cómo saber si mi hijo tiene sobrepeso u obesidad?

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Obesidad infantil

La obesidad infantil representa un problema de salud pública a nivel mundial, lo es así en tales proporciones, que la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPAP) lo considera una pandemia. Y España, según sus cifras, no es la excepción, ya que “el 40,6% de la población infantil española tiene exceso de peso, entendido como sobrepeso y obesidad”.

La Organización Mundial de la Salud define el sobrepeso y la obesidad “como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud”, mientras que la Sociedad Española de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica recuerda que “es el problema nutricional más frecuente en los países industrializados”, y que en un 99% de los casos se trata de una obesidad nutricional, simple o exógena (los síndromes genéticos y/o endocrinológicos representan solo el 1% de la obesidad infantil).

Causas, comen más de lo necesario

Respecto a las causas, cuando los menores ingieren más alimento del que su cuerpo necesita, “las calorías adicionales se almacenan en los adipocitos para su uso posterior. Si este patrón continúa con el tiempo, ellos desarrollan más adipocitos y pueden presentar obesidad”, según explica la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos.

Esta institución agrega que de forma habitual los bebés y los niños pequeños “responden a las señales de hambre y llenura, de manera que no consumen más calorías de las que su cuerpo necesita”. Sin embargo, matiza, “los cambios en las últimas décadas en el estilo de vida y las opciones de alimentos han provocado el aumento de la obesidad entre los niños”, ya que están “rodeados de muchas cosas que los llevan fácilmente a comer en exceso y difícilmente a estar activos”.

Consecuencias del sobrepeso infantil

“El exceso de peso es una enfermedad que afecta a todos los sistemas de la salud del menor, con un aumento de morbilidad y mortalidad en la edad adulta”, concluye en el informe “Obesidad infantil: la otra pandemia”, la AEPAP.

En este documento se señala que “la obesidad infantil se asocia con una mayor probabilidad de obesidad (80%), muerte prematura (sobre todo por eventos cardiovasculares), cáncer y discapacidad en la edad adulta”.

Además, agrega que “los menores obesos también tienen más riesgo de complicaciones a corto plazo, como alteraciones en el metabolismo lipídico, hipertensión arterial, hipertrofia ventricular izquierda, resistencia a la insulina, diabetes mellitus tipo 2, síndrome metabólico, problemas respiratorios, problemas ortopédicos, dermatológicos, hígado graso no alcohólico, colecistitis, litiasis biliar, pancreatitis, síndrome de ovario poliquístico, marcadores tempranos de enfermedades cardiovasculares y problemas psicológicos”.

¿Cómo saber si es el caso de mi hijo?

Para calcular si un menor de edad tiene sobre peso u obesidad, se utiliza el mismo parámetro que en los adultos, el Índice de Masa Corporal (IMC), si bien se ajusta en función de la edad y el sexo.
De forma general, se entenderá que hay sobrepeso si se presenta un IMC entre el percentil 85 y el percentil 95, y ha obesidad si se cuenta con un IMC por encima del percentil 95.

Los institutos Nacionales de la Salud de Estados Unidos han desarrollado una herramienta útil de ayuda para poder calcular este IMC en niños. Se trata de una calculadora que está “calibrada” con datos para menores entre 2 y 18 años.

Cinco consejos útiles

Pero, ¿qué podemos hacer si el resultado de este IMC es alto, o si simplemente queremos evitar la obesidad en nuestros hijos? Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos recomiendan cinco pautas importantes para prevenir el sobrepeso y la obesidad infantil:

  • Que los menores tengan patrones de alimentación saludable en casa, ofreciéndoles variedad de frutas y verduras durante todo el día, y cambiando las bebidas azucaradas (como los refrescos), las bebidas de frutas y leches saborizadas por agua, zumo 100% natural o leche baja en grasa.
  • Buscar apoyo en los entornos de educación temprana para garantizar una alimentación saludable fuera de casa.
  • Realizar ejercicio en familia: “Los jóvenes que hacen actividad física tienen músculos y huesos más fuertes, mejor condición cardiovascular y menor grasa corporal que los niños que no hacen actividad física”.
  • Que duerman lo suficiente: en edad preescolar, entre 11 y 13 horas; de 6 a 12 años, entre 9 y 12 horas; y los jóvenes de 13 a 18 años, entre 8 a 10 horas. Y es que, “dormir bien ayuda a prevenir la diabetes tipo 2, la obesidad, las lesiones y los problemas de atención y comportamiento”.
  • Y, por último, reemplazar el tiempo frente a la pantalla por tiempo en familia.

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