La dislexia es un trastorno del aprendizaje que afecta a las zonas del cerebro que procesan el lenguaje, y como recoge la propia Organización Mundial de la Salud, interfiere en la capacidad para la comprensión lectora, el reconocimiento de palabras escritas, la lectura oral y la realización de tareas escritas.
Los expertos hacen énfasis en asegurar, para tranquilidad de los padres, que los niños con dislexia tienen una inteligencia normal y visión normal, y que este trastorno del aprendizaje no tiene por qué condicionar su éxito en los estudios, siempre que se cuente con ayuda profesional (tutor o programa de enseñanza especializado) y con el adecuado apoyo emocional.
La Asociación Española de Pediatría (AEP) apunta que, en nuestro país, el diagnóstico de la dislexia puede alcanzar el 5% de la población escolar, poniendo como ejemplo gráfico: “En un aula de 20-25 alumnos, al menos, hay un caso”. También señala que, si bien la familia o el profesorado puede intuir en un primer momento que se trata de dislexia, “debe ser un orientador escolar (pedagogo, psicólogo o psicopedagogo) quien haga el diagnóstico”.
En edades tempranas
Hay algunos signos que pueden ser señales de alerta de que un niño en edades tempranas, antes de la escolarización, pueda padecer dislexia. La prestigiosa Mayo Clinic, de Estados Unidos, identifica los siguientes:
- Tardar en comenzar a hablar
- Problemas para formar palabras adecuadamente, como invertir los sonidos de las palabras o confundir palabras que suenan de forma parecida
- Aprender palabras nuevas a un ritmo lento
- Dificultad para aprender canciones infantiles o jugar juegos de rimas
- Problemas para recordar o decir el nombre de las letras, los números y los colores
En edad escolar
Ya en la edad escolar, hay más señales de alerta, probablemente más acentuadas, de las que los padres y profesores deben procurar percatarse, máxime teniendo en cuenta que la evaluación e intervención tempranas producen los mejores resultados.
- Invertir las letras o los números al escribir, incluso un año después de haberlos aprendido.
- Cambiar el orden de las letras, especialmente con algunas sílabas.
- Omitir alguna letra cuando escribe una palabra.
- Unir palabras al escribir frases.
- Dificultad para deletrear
- Un nivel de lectura muy por debajo del que se espera para la edad.
- Al leer, repetir algunos errores de adición, omisión, inversión.
- Problemas para procesar y comprender lo que escucha.
- Dificultad para recordar secuencias.
- Que le cueste ver similitudes y diferencias entre letras y palabras
- Evitar actividades que conllevan leer
Según la propia AEP, si alguno de los padres ha tenido este trastorno, la probabilidad de padecer dislexia de sus hijos es mayor que en la población general. Alrededor del 60% de los niños disléxicos tienen un progenitor también disléxico.
Por último, los expertos recomiendan estar muy atentos a estos signos de alerta, ya que cuando no se diagnostica ni se trata la dislexia, las dificultades para leer y escribir que se presentan en la infancia continuarán en la edad adulta.