La discusión sobre la diferencia entre el autismo y el síndrome de Asperger sigue muy presente a día de hoy. Son muchos los expertos que coinciden en que este último debe ser clasificado de manera independiente al autismo.
Por el contrario, muchos otros sostienen que las dificultades de base son iguales, únicamente el grado de afectación es el que establece las diferencias, e incluso, clasifican al síndrome de Asperger como una psicopatía asociada al trastorno del aspecto autista.
Toda esta confusión deriva de que el Síndrome de Asperger forma parte de los llamados Trastornos del Espectro Autista (TEA), pero no son lo mismo, ya que éste es una de las variantes del autismo.
¿Qué es el autismo?
El autismo o Trastorno del Espectro del Autismo (TEA) es un trastorno neurobiológico del desarrollo de la persona y se manifiesta en los primeros años de edad, siendo permanente el resto de su vida.
Al manifestarse, las personas con este trastorno presentan dificultades para comunicarse e interactuar socialmente. Además, siguen ciertos patrones repetitivos de comportamiento e intereses.
En ocasiones, los padres identifican un comportamiento extraño del niño con autismo desde su nacimiento, mientras que otros comienzan a ver lo que le ocurre a medida que el niño se desarrolla.
¿Qué es el síndrome de Asperger?
Al igual que el autismo, el síndrome de Asperger es un trastorno neurobiológico del desarrollo de la persona incluido dentro del espectro autista (TEA), y que afecta también a la interacción social, la comunicación, la relación personal, inflexibilidad del pensamiento, así como la carencia de empatía.
Los niños con síndrome de Asperger presentan un aspecto normal y un nivel de inteligencia normal. Además, es común que destaquen por tener alguna habilidad especial.
A veces, a las personas diagnosticadas con Asperger se les conoce también como autistas de alto rendimiento.
Principales diferencias entre el autismo y el Asperger
En general, ambos trastornos neurobiológicos presentan síntomas similares: problemas en la comunicación verbal y no verbal, problemas en las relaciones sociales y realización de actividades monótonas y limitadas.
Sin embargo, existen algunas diferencias destacables:
En primer lugar, las deficiencias en el autismo son mucho más graves que en el síndrome de Asperger y, a menudo, las personas afectadas poseen a poco o nada de lenguaje. Asimismo, en las personas autistas los problemas en el aprendizaje son más comunes.
Por el contrario, las que padecen Asperger tienen un gran vocabulario, hablan con claridad y poseen un lenguaje formalmente correcto e inteligente.
El autismo se manifiesta de forma evidente durante los tres primeros años de vida. Algo que no suele pasar en niños con Asperger, ya que, en éstos, su capacidad intelectual puede ser, incluso, superior a la media.
Otra diferencia que resulta destacable es el movimiento corporal. En personas con autismo, es común el movimiento de las extremidades y manos, así como el balanceo, mientras que aquellas con Asperger este movimiento no se produce. Aunque estos últimos, sí que pueden presentar falta de coordinación.