Las enfermedades cardiovasculares y la demencia coexisten en etapas avanzadas en muchas ocasiones. Esto ha llevado a pensar que la salud cardiovascular y cerebral podrían estar relacionadas. Sin embargo, hay pocos estudios que expliquen el motivo de esta asociación.
Ahora, un estudio español arroja datos sobre la relación entre la aterosclerosis y sus factores de riesgo sobre la salud del cerebro. De este modo, confirma la importancia de controlar los factores de riesgo cardiovasculares para prevenir enfermedades como el alzhéimer.
Controlar el corazón para proteger el cerebro
La aterosclerosis consiste en la acumulación de placas de grasa en las arterias. La investigación ha demostrado que esta enfermedad y sus factores de riesgo asociados, además de ser las principales causas de enfermedad cardiovascular, están también implicados en alteraciones cerebrales típicas de la enfermedad de Alzheimer, la causa más común de demencia.
Según explica el Dr. Valentín Fuster, director general del CNIC y uno de los autores principales del estudio, el estudio abre la posibilidad de intervenir sobre un trastorno modificable, como las enfermedades cardiovasculares, para prevenir el desarrollo de las demencias, para las que no existe tratamiento. “Cuanto antes empecemos a controlar los factores de riesgo cardiovascular, mejor será para nuestro cerebro”, indica el Dr. Fuster.
Asimismo, subraya que, “a pesar de que todos sabemos la importancia de cuidarse y controlar los factores de riesgo cardiovascular para evitar un infarto, el hecho de que están relacionados con un deterioro de la salud cerebral puede hacer que haya una mayor conciencia de la necesidad de adquirir hábitos saludables en las fases más jóvenes de la vida”.
En concreto, el estudio contó con más de 4.000 participantes asintomáticos de mediana edad. En todos ellos, se está evaluando exhaustivamente la presencia y desarrollo de aterosclerosis subclínica desde el año 2010.
El equipo, liderado por los doctores Marta Cortés Canteli y Juan Domingo Gispert, ha seguido a estos individuos a lo largo de 5 años. Finalmente, han encontrado que aquellos que mantienen un riesgo cardiovascular elevado sufren una disminución aún mayor del metabolismo cerebral.
“Hemos detectado un declive metabólico cerebral tres veces mayor que el de personas que se mantienen en bajo riesgo cardiovascular”, han señalado los investigadores.
La glucosa y su implicación en la salud cardiovascular y cerebral
La glucosa es la principal fuente de energía de las neuronas y otras células cerebrales. “Si el consumo de glucosa cerebral disminuye durante varios años, puede limitar la capacidad del cerebro de lidiar en un futuro con enfermedades neurodegenerativas o cerebrovasculares”, explica el doctor Gispert.
De hecho, los investigadores descubrieron que este declive metabólico se debía en parte a que ya existía daño neuronal en estos individuos. “Este dato es particularmente relevante ya que la muerte de las neuronas es un proceso irreversible”, remarca la doctora Cortés Canteli.
Posible prevención del alzhéimer
Además, el equipo descubrió que la progresión de la aterosclerosis subclínica se relacionaba con una disminución del metabolismo en regiones cerebrales vulnerables a la enfermedad de Alzheimer. “Estos resultados corroboran que la detección por imagen de la aterosclerosis subclínica aporta información muy relevante”, añade el doctor Fuster. “La relación entre la salud cardiovascular y cerebral es un tema fascinante y con este estudio hemos visto que empieza mucho antes de lo que se creía”, continúa.
Los investigadores concluyen que a la luz de estos resultados, “el cribado de la carótida tiene un gran potencial para identificar a las personas vulnerables a sufrir alteraciones cerebrales y deterioro cognitivo en el futuro”. Así, escriben, “este trabajo podría tener importantes implicaciones para la práctica clínica ya que apoya la implementación de estrategias de prevención cardiovascular primaria en etapas tempranas de la vida como enfoque valioso para una longevidad cerebral saludable”.
“Aunque aún no conocemos el impacto que esta disminución en el metabolismo cerebral puede tener sobre la función cognitiva, el haber detectado ya daño neuronal sí que nos indica que, cuanto antes empecemos a controlar los factores de riesgo cardiovascular, mejor será para nuestro cerebro”, concluye la doctora Cortés Canteli.