¿Has experimentado rechazo a algún alimento con solo pensar en él, verlo o mencionarlo? Esta sensación es muy común, pero también muy interesante por lo que releva a nivel evolutivo. Este fenómeno se conoce como aversión al gusto y se integra en la teoría del condicionamiento clásico, constituyendo un aprendizaje a partir de un estímulo negativo como puede ser un mal sabor, unas náuseas, un malestar o una enfermedad tras la ingesta de determinados alimentos.
Pero ¿qué es la aversión al gusto? Y, sobre todo, ¿cómo se puede combatir? Sigue leyendo para conocer las respuestas.
¿Qué es el condicionamiento clásico?
El condicionamiento clásico es un tipo de aprendizaje conductual consistente en el emparejamiento o asociación de estímulos, incluso aunque en principio no tengan ninguna relación.
Este tipo de aprendizaje fue descubierto y estudiado por Ivan Pavlov, siendo ya icónico el experimento que llevo a cabo con sus perros. Así, el psicólogo ruso asoció el sonido de una campana con la hora de la comida de su perro, condicionándolo de tal manera que, solo con escuchar la campaña, el animal comenzaba a salivar de la misma manera que ante su plato de comida.
De esta forma, Pavlov logró un aprendizaje basado en la asociación de un estímulo neutral con un incondicionado para generar una respuesta automática.
Por tanto, ¿qué es la aversión al gusto o al sabor?
Dentro de condicionamiento clásico también nos encontramos con otros modelos como el condicionamiento por aversión al gusto o al sabor. En este caso, el alimento que genera rechazo es el estímulo neutral que se asocia con el malestar o enfermedad, constituyendo el estímulo incondicionado. El rechazo sería a respuesta automática a ese alimento.
La aversión al sabor o al gusto se genera tras vivir una experiencia negativa tras comer un alimento que hemos asociado a la enfermedad, aunque pueda que sea otro el motivo del malestar que hemos experimentado.
Los especialistas subrayan la singularidad de la aversión al gusto a nivel evolutivo ya que permite a los seres vivos evitar aquello que nos sienta mal de manera instintiva y, por tanto, sobrevivir.
¿Cómo se puede combatir la aversión al gusto?
Pero la aversión al gusto puede ser origen de problemas si la respuesta es muy intensa y va acompañada de náuseas y vómitos. Además, es importante tener en cuenta que determinadas enfermedades o tratamientos médicos pueden originar una aversión al gusto. Una situación que puede obstaculizar nuestra curación si desarrollamos una aversión al sabor de un medicamento o asociamos la establecemos una asociación entre el malestar que genera una quimioterapia con una comida y comenzar a rechazarla.
La aversión al gusto es pues algo psicológico y puede tratarse con una serie de pautas para tratar de engañar a nuestra mente. Así, podremos intentar:
- Buscar nuevas recetas y presentaciones de aquellos alimentos que creemos nos generaron rechazo. Si te sentiste mal tras comer embutido, puedes comenzar a introducir en tu platos embutidos light o embutidos elaborados con verduras.
- Realizar nuevas asociaciones de los alimentos para sustituir la sensación de rechazo por una más positiva. Así, podemos relacionar ese alimento con un lugar que nos guste o una sensación agradable.
- Incorporar poco a poco ese alimento a nuestra dieta. Primero puedes probar a oliendo su aroma, para luego ir comiendo pequeñas cantidades hasta que conseguir comerlo sin que nos genere rechazo.
La aversión al gusto puede desaparecer con el paso del tiempo, sin que tengamos que hacer nada, ni requerir de un tratamiento. Pero, si no conseguimos resultados con estos remedios, tendremos que buscar la ayuda de un psicólogo para que nos oriente y nos proporcione nuevas formas de actuar ante nuestra aversión alimentaria.