Sales a jugar un partidillo de “basket” o de tenis con unos amigos y en un momento dado das un salto o te estiras más de lo normal para llegar a una pelota. Notas un pinchazo en la pierna. Fuerte y doloroso.
Los compañeros comentan que tiene toda la pinta de ser una rotura muscular. Vas al médico cojeando ostensiblemente y te lo confirma. Es una rotura importante, debe cicatrizar. Ya sabes, te dice el galeno, reposo, antiinflamatorios y masaje.
El tiempo de recuperación de una lesión muscular varía según diversos factores como el tipo y el tamaño de la rotura o desgarro. Como muestra orientativa, los expertos consideran los tiempos de recuperación de una rotura muscular de la siguiente manera:
– Grado 1 o leve: de ocho a diez días
– Grado 2 o moderado: de tres a cuatro semanas
– Grado 3 o grave: de uno a tres meses.
Cumples con lo que te dicen pero pasa el tiempo y te notas algo recuperado pero no del todo. En el mismo punto notas molestias, incluso el dolor no desaparece y ya nada es como antes. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué me sigue molestando si ya debería haberme recuperado? Lo más probable es que hayas desarrollado una fibrosis muscular. Ojo que la cosa es más compleja de lo que parece.
¿Qué es la fibrosis muscular?
Lo más probable es que sufras lo que se conoce como fibrosis muscular, patología conocida también como granuloma cicatricial. O lo que es lo mismo, que el tejido fibroso de tu músculo no se ha regenerado bien y en el proceso de cicatrización el tejido dañado ha sido sustituido por una acumulación de fibras de colágeno menos organizada y poco funcional.
Al sufrir esta patología los tejidos se vuelven menos flexibles, con menor aporte sanguíneo y en muchas ocasiones se presenta una adherencia a otros músculos cercanos haciendo que el músculo no realice su trabajo correctamente provocando dolor, mal funcionamiento y unas inconvenientes descompensaciones con otros músculos. En resumen, un proceso de cicatrización deficiente.
En concreto durante el proceso de regeneración muscular, que dura entre 3 y 16 semanas dependiendo del lugar de la rotura y el tamaño de la misma, la zona de ruptura se va rellenando por un tejido más duro, fibroso y menos flexible que el propio del músculo que ocupa el hueco que ha dejado la rotura fibrilar.
La fibrosis muscular se puede sufrir en cualquier músculo del cuerpo humano aunque los más habituales son el deltoides (músculo que rodea, protege y hace funcionar la articulación del hombro), glúteos y crural (ubicado en la cara anterior del fémur).
El resultado de todo este proceso es dolor y dureza en el músculo que pierde elasticidad y puede llegar a suponer una reducción de movilidad a la hora de flexionar la rodilla, el hombro o la cadera, según donde se haya producido la rotura.
Hemos puesto un ejemplo de un accidente haciendo ejercicio físico que ha devenido en fibrosis muscular pero no sólo esta situación puede provocar la aparición de esta patología.
Principales causas
Existen otras posibles causas de la aparición de la fibrosis muscular.
- Cirugía. Es quizás la más común. Cuando el cirujano, bisturí en mano, corta la piel, corta además tejido muscular y esa cicatriz que provoca puede ser el inicio perfecto para la aparición de adherencias.
- Rotura de fibras musculares
- Tendinitis crónica. Los tendones están compuestos de fibras musculares. La inflamación de éstos tejidos o pequeñas roturas deviene en fibrosis que hay que tratar.
- Fibrosis muscular en el esguince. La torcedura de un tobillo más a allá del límite que la propia articulación permite provoca una inflamación de la zona con la consiguiente rotura de las fibras que la rodean debido al estiramiento excesivo. Durante la curación de ese esguince es relativamente fácil que aparezcan tejidos fibrosos que vienen a sustituir los musculares del tobillo.
- Fibrosis muscular en la vejez. El envejecimiento, ese mal que inexorablemente llega, hace que los músculos se vayan deshidratando, volviéndose fibrosos y, por lo tanto, volviéndose más duros. Es decir, otra causa más de fibrosis muscular.
La pregunta es: ¿la fibrosis muscular tiene solución, tiene cura? Sí. ¿Cómo? Con fisioterapia. ¿De qué manera? A continuación
Tratamiento
Los médicos, tras la inspección de la zona afectada, definen cuatro tipos de tratamientos estandarizados:
- Masoterapia. Está basada en el masaje transverso profundo de la zona afectada por la fibrosis, así como en la separación de tabiques musculares para una recuperación controlada. De esta forma se mejora de forma importante la movilidad tisular (mejora de los tejidos musculares en este caso) y articular. El proceso consigue reducir las adherencias que tenga la cicatriz de la rotura y disminuye ostensiblemente la inflamación.
- Tratamientos personalizados para cada lesión. Ejercicios específicos pero siempre dentro de lo que se conoce como el principio de potenciación excéntrica para estirar fibras y tendones.
- EPI (Electrolisis Percutánea Intratisular). Permite la recuperación rápida del tejido y el tratamiento con ondas de choque que se basan en una onda acústica que lleva la energía a los puntos dolorosos y tejidos músculo-esqueléticos, favoreciendo la correcta regeneración de los diferentes tejidos, disminuyendo la inflamación crónica y aliviando el dolor.
- Diatermia. Tratamiento que emplea corrientes eléctricas de alta frecuencia para elevar la temperatura de las partes más profundas del músculo lesionado. Además de la especificidad curativa es un agente importante en la reducción del dolor en la zona lesionada.