A lo largo de la historia, las mujeres han estado poco representadas en los ensayos clínicos. Sobre todo, los relacionados con la evaluación de la seguridad y la eficacia de los medicamentos y avances médicos. Se trata de una cuestión que ha ido mejorando con el paso de los años. Pero aún persisten brechas basadas en el sexo entre las poblaciones de ensayo y las que se espera que usen estos medicamentos en la práctica real.
Esa es la conclusión a la que ha llegado un estudio publicado en Contemporary Clinical Trials que analiza la participación de las pacientes en los diferentes estudios. Además, las brechas más preocupantes se encuentran relacionadas con tres áreas fundamentales: enfermedades cardiovasculares, trastornos psiquiátricos y cáncer.
Para cada área analizada, el porcentaje de mujeres que participaba en los ensayos clínicos no era igualitario al porcentaje de mujeres que padecen de estas enfermedades en la vida real. En este sentido, el 49% por ciento de las personas con enfermedades cardiovasculares son mujeres en Estados Unidos. Y tan solo el 41,9% de los participantes en la investigación de esta patología son mujeres.
El 51% de los pacientes con cáncer en este país son mujeres, solo representaban al 41% en los ensayos oncológicos. De la misma forma, en psiquiatría, donde las mujeres representan el 60% de los pacientes. Y su participación media en los ensayos clínicos es del 42%.
Además, de en estas áreas, el sesgo también se ha comprobado en los estudios de la COVID-19 y sus vacunas. Recientemente, una investigación publicada en Nature Communications ha revelado que solamente el 4% de los trabajos que investigan enfoques terapéuticos para el tratamiento al Covid-19 informaron explícitamente de un plan para incluir el sexo o el género como variable analítica.
Otros estudios relacionados con los ensayos clínicos
También existen otros estudios que revelan que las mujeres tienen más riesgo de sufrir los efectos secundarios de los tratamientos contra el cáncer. A partir de ello, los investigadores observaron diferencias de sexo particularmente grandes para los pacientes que recibieron inmunoterapia. Con ello, se sugiere que el estudio de los efectos adversos de estos agentes es una prioridad.
Dadas las posibles diferencias basadas de sexo en las respuestas al tratamiento y las toxicidades, los investigadores del estudio publicado en Contemporary Clinical Trials concluyen que la inclusión adecuada de mujeres en los ensayos clínicos sigue siendo fundamental.