La cardiopatía isquémica continua siendo un desafío para la salud pública. Comúnmente conocida como enfermedad de las arterias coronarias o enfermedad cardíaca coronaria, es una afección que afecta a millones de personas en todo el mundo.
Se trata de una de las principales causas de morbilidad y mortalidad, en algunos casos provocando la muerte súbita. En 2021, según datos de un estudio publicado por la Carga Global de Enfermedades Cardiovasculares, la cardiopatía isquémica se convertía en la primera causa de muerte cardiovascular, con 9,44 millones de muertes.
El cardiólogo José Peña Hernández explicaba en una entrevista para El Español que el síntoma principal de la cardiopatía isquémica es «el dolor en el pecho, generalmente opresivo, irradiado hacia el hombro o brazo izquierdo, en forma de episodios recortados en el tiempo y muchas veces asociados al esfuerzo. También se incluyen otros síntomas como pérdida del conocimiento brusca o falta de aire como formas de presentación posibles y menos conocidas por la población”.
Causas de la cardiopatía isquémica
La cardiopatía isquémica se produce cuando una de las arterias del corazón se obstruye. La sangre tiene dificultad para pasar por las arterias coronarias. Esta obstrucción se produce por la acumulación de placa -compuesta por grasa- en la arteria y hace que esta se endurezca o estreche. Las principales causas de esta acumulación de placa son las siguientes:
- Aterosclerosis: Se refiere al endurecimiento y estrechamiento de las arterias debido a la acumulación de placas. La dieta alta en grasas saturadas, el colesterol, el tabaquismo o la falta de actividad física pueden favorecerla.
- Hipertensión arterial: La presión arterial alta aumenta la carga de trabajo del corazón y daña las arterias coronarias con el tiempo, lo que contribuye a la cardiopatía isquémica. Además, como indica la Organización Mundial de la Salud (OMS), «la hipertensión también afecta los vasos sanguíneos, y genera consecuencias perjudiciales en órganos como el cerebro y los riñones».
- Diabetes: Las personas con diabetes tienen un mayor riesgo de desarrollar cardiopatía isquémica debido a los cambios en el metabolismo del azúcar en sangre, lo que puede dañar las arterias coronarias. Asimismo, según indican diferentes expertos en la publicación científica Elsevier, «la diabetes es uno de los principales factores de riesgo que influye en la génesis de las enfermedades cardiovasculares (ECV), y cuando ambas circunstancias se dan conjuntamente se multiplica la morbimortalidad cardiovascular».
- Historia familiar: La genética también juega un papel importante en la predisposición a la cardiopatía isquémica. Es posible que las personas con antecedentes familiares de esta enfermedad, tengan un mayor riesgo de padecerla.
- Edad y género: A medida que envejecemos, nuestro riesgo de desarrollar cardiopatía isquémica aumenta. Además, los hombres tienden a tener un mayor riesgo que las mujeres, aunque este riesgo aumenta en las mujeres después de la menopausia.
¿Cuáles son los tipos de miocardiopatía isquémica?
La Sociedad Española de Cardiología (SEC) defino los tres tipos de cardiopatía isquémica:
- Infarto agudo de miocardio. Ocurre como consecuencia de la obstrucción de una arteria coronaria por un trombo
- Angina de pecho estable. Se manifiesta por dolor recurrente en el tórax debido a isquemia miocárdica.
- Angina de pecho inestable. Se desencadena igual que el infarto, pero en este caso no existe una oclusión completa de la arteria coronaria por el trombo y no se ha llegado a producir muerte de células cardiacas.
Recomendaciones
Según la OMS, la Cardiopatía isquémica está relacionada con el estilo de vida, especialmente con el consumo de tabaco, los hábitos alimentarios poco saludables, la inactividad física y el estrés psicosocial. Además, el experto Gregory A. Roth, autor del informe Global Burden of Cardiovascular Diseases Collaboration aseguraba que «más del 80% de las enfermedades cardiovasculares son prevenibles«. Por ello, la prevención y el manejo de la cardiopatía isquémica son fundamentales. Entre las recomendaciones de los expertos se encuentran:
- Dieta variada y equilibrada. Tomar alimentos bajos en grasas saturadas y colesterol.
- Practiar ejercicio físico de forma regular al menos 30 minutos al día.
- Cesar el hábito de fumar. Y evitar la exposición al tabaco.
- Controlar la presión arterial y la diabetes: Si tienes hipertensión o diabetes, es crucial mantenerlos bajo control mediante medicamentos y cambios en el estilo de vida.
- Consumo de alcohol moderado.
- Para las personas que padecen diabetes mellitus, es determinante controlar la ingesta de azucares e hidratos de carbono, así como el azúcar en la sangre.
- Manejar el estrés. Practicando técnicas de relajación, como la meditación o el yoga, puede ser beneficioso.
La educación y el acceso a la atención médica adecuada desempeñan un papel fundamental en la lucha contra esta enfermedad que genera millones de muertes al año. Sin embargo, como afirma el cardiólogo Manuel Sabaté: «Como médicos podemos hacer mucho para ayudar a los pacientes, pero realmente es más importante lo que ellos hagan porque puede mejorar muchísimo su pronóstico«.