La vitamina D juega un papel fundamental en la homeostasis del calcio y el metabolismo óseo. Pero son muchas también las virtudes que presenta a nivel extraesquelético. En este sentido, se han identificado receptores de vitamina D en otras localizaciones como el sistema cardiovascular. Además, los expertos también destacan la relevancia de esta hormona en el metabolismo de la glucosa y la función de la insulina.
Según el Instituto Nacional de Estadística, las enfermedades cardiovasculares son, de modo agregado, la primera causa de mortalidad en nuestro país. La obesidad, la diabetes tipo 2 y la dislipemia son tres enfermedades con una alta prevalencia en España y con una tendencia creciente en los últimos años.
Según los expertos, en España, un 25% de la población es obesa o tiene problemas de sobrepeso. Además, el 13,8% de los españoles mayores de 18 años tiene diabetes tipo 2. Estos factores de riesgo se asocian a una mayor incidencia de enfermedades cardiovasculares.
La Organización Mundial de la Salud estima que aproximadamente el 8% de la “carga de enfermedad” en países desarrollados está causado por el colesterol elevado. Mientras que un 60% de la enfermedad coronaria y el 40% de los ictus isquémicos son secundarios a una elevación de colesterol por encima del dintel de la normalidad.
El déficit de vitamina D, ¿mayor riesgo cardiovascular?
El déficit de vitamina D y la enfermedad cardiovascular parecen estar relacionados, según apuntan diversos estudios observacionales. Se ha observado que el 35% de los pacientes con síndrome metabólico, el 90% de los pacientes con diabetes, así como el 88% de los pacientes obesos tienen déficit de vitamina D. Pero, ¿qué causa la falta de vitamina D?
En este contexto, esta deficiencia hormonal se relaciona con el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, como son: síndrome metabólico, hipertensión, diabetes, hiperlipidemia, entre otras, aumentando además la morbilidad y mortalidad cardiovascular.
Especialistas médicos, como el doctor José Luis Neyro, han indicado que “la hormona D es en realidad un “nutriente umbral” que es necesario mantener en unos determinados niveles debido a que tiene numerosos efectos protectores en el aparato cardiovascular. La evidencia científica muestra una asociación clínica entre bajas concentraciones de vitamina D con la intolerancia a la glucosa, desarrollo de síndrome metabólico y diabetes tipo 2”.
En pacientes con sobrepeso u obesidad la elevada incidencia del déficit de vitamina D se puede deber a distintos factores, entre los que cabe destacar una ingesta inadecuada a través de la dieta y una menor actividad al aire libre, hecho que reduce la exposición solar y, por tanto, la síntesis cutánea. Adicionalmente, en estos pacientes se produce el “secuestro” de vitamina D en el tejido adiposo, reduciendo los niveles plasmáticos, a lo cual contribuye también una absorción intestinal alterada.
Los niveles deficientes de 25-OH vitamina D pueden contribuir a empeorar el pronóstico de los pacientes con factores de riesgo cardiovascular, ya que esta deficiencia está asociada a un mayor riesgo de eventos cardiovasculares, a un incremento de la presión arterial, aterosclerosis, o a infarto de miocardio.
En pacientes con DM2 se ha demostrado la relación directa entre bajos niveles de 25-OH vitamina D y un peor control glucémico, algo que puede deberse a su efecto sobre los niveles de la hormona paratiroidea, que provocan una mayor resistencia a la insulina. Además, la síntesis y la secreción de insulina en el páncreas también se ve afectada por los niveles deficitarios de esta vitamina.