Hasta el 60% de las mujeres con cáncer de ovario identifica el dolor como uno de los síntomas más frecuentes y angustiantes

Como cada año, el 8 de mayo se celebra el Día Mundial del Cáncer de Ovario, una enfermedad que, en España, representa ya el 5,1% de los cánceres entre las mujeres.

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El 8 de mayo se conmemora el Día Mundial del Cáncer de Ovario, una enfermedad que, tanto su progreso como los regímenes de tratamiento, se caracterizan por una constelación de síntomas que tienen consecuencias negativas directas en la calidad de vida de estas pacientes.

Concretamente, hasta un 60% de las mujeres identifica al dolor como uno de los síntomas más frecuentes y angustiantes. En España, se diagnostican unos 3.300 casos anuales de cáncer de ovario, lo que representa el 5,1% de los cánceres entre las mujeres, por detrás de los de mama, colorrectales y de útero.

En España, se diagnostican unos 3.300 casos anuales de cáncer de ovario, lo que representa el 5,1% de los cánceres entre las mujeres, por detrás de los de mama, colorrectales y de cuerpo de útero.

Diagnóstico y tratamiento

Este tipo de cáncer es más frecuente en las mujeres postmenopáusicas, con la máxima incidencia entre los 50 y 75 años. Para estas pacientes resulta fundamental diagnosticar de manera precoz el dolor relacionado con la enfermedad para iniciar un tratamiento adecuado.

Sin embargo, existen algunas barreras a la hora de realizar su diagnóstico: “las pacientes suelen presentar síntomas inespecíficos, entre ellos, el dolor abdominal, que se pueden confundir con otras patologías y esto genera un retraso en el diagnóstico» declara Pilar Barretina, doctora del servicio de oncología del Hospital Universitari Dr. Josep Trueta de Girona.

En etapas avanzadas, el crecimiento tumoral y la ascitis producen el cuadro clínico típico de distensión abdominal y dolor. Asimismo, una de las formas de dolor más difíciles de controlar en las pacientes con cáncer es el dolor irruptivo oncológico (DIO), una exacerbación transitoria del dolor que aparece sobre la base de un dolor persistente estable.

El dolor irruptivo oncológico se caracteriza por su elevada intensidad, rapidez de instauración (generalmente súbita) y corta duración (usualmente inferior a unos 20-30 minutos).

Las pacientes pueden presentar varios episodios a lo largo del día, 3 o 4 como media, cuyas características pueden modificarse.

La calidad de vida del paciente, en jaque

La mayoría de las pacientes con dolor abdominal o pélvico persistente afirman que este interfiere de manera significativa en múltiples aspectos de su actividad diaria, el estado de ánimo, el trabajo y su calidad de vida en general.

En este sentido, numerosos estudios demuestran que un inicio oportuno de los cuidados paliativos mejora la calidad de vida y la supervivencia de las pacientes con cáncer metastásico avanzado.

Por ello, la especialista explica que “para el tratamiento del DIO es fundamental el empleo de un fármaco con un inicio de acción rápido, potente, de duración corta, cómodo en su uso y con un buen perfil de seguridad.

Establecer un buen control del dolor, así como realizar una evaluación continua de su estado para reducir/aumentar la medicación de soporte según necesidades será fundamental para mejorar la calidad de vida de estas pacientes y evitar los daños colaterales del dolor mal controlado, como pueden ser la ansiedad o el insomnio”.

El dolor se asociada a una reducción de la movilidad en las pacientes de cáncer de ovario

Los síntomas comunes relacionados con el cáncer de ovario y su tratamiento como la distensión abdominal, la fatiga, la falta de apetito, el entumecimiento y el hormigueo, y el dolor están asociados con una reducción de la movilidad en estos pacientes (según el 59,7% de las mujeres con antecedentes de cáncer de ovario que participaron en el estudio).

“Las pacientes pueden presentar secuelas de la cirugía como linfedema secundario (hinchazón por acumulación de líquido en los tejidos blandos del cuerpo) a linfadenectomía, neurotoxicidad secundaria a la quimioterapia o dolor por infiltración tumoral de estructuras pélvicas, abdominales o retroperitoneales por la enfermedad que provoquen dificultad para caminar”, concluye la doctora.

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