La coagulación de la sangre es un proceso complejo en el que toman parte las plaquetas y varias proteínas de la sangre, conocidas como factores de coagulación. Ambos se aúnan para realizar funciones básicas como la cicatrización de los vasos sanguíneos o el control del sangrado.
El equilibrio entre los factores de coagulación que promueven el sangrado y los que facilitan la cicatrización de mantenerse en equilibrio para evitar problemas como la aparición de coágulos de sangre. En este artículo tratamos en qué consisten los problemas de coagulación y cómo detectarlos a tiempo.
¿Qué es un trastorno de la coagulación?
Los trastornos de la coagulación son “un grupo heterogéneo de enfermedades que cursan con diátesis hemorrágica” y que son producto de alteraciones en la cantidad o calidad de las proteínas de la coagulación sanguínea (NOYA PEREIRA, MS y otros, 2004). Así, los trastornos o alteraciones de la coagulación son producto de una coagulación alterada, esto es, cuando los factores de coagulación fallan al estar dañados o al no estar presentes. Así, y como consecuencia de esta anomalía, se pueden llegar a formar coágulos de sangre, una grave afección que requiere de un tratamiento inmediato al dificultar que la sangre circule normalmente.
Los coágulos de sangre pueden aparecer en distintas partes del cuerpo y dar lugar a trombosis y embolias. Así, los coágulos pueden aparecer en las venas, dando lugar a trombosis venosas profundas; en los pulmones, dando lugar a embolia pulmonar; y en las arterias.
¿Cuáles son los síntomas de tener problemas de coagulación?
Un coágulo de sangre es una patología grave que requiere de una rápida atención. Es por ello importante tener presentes cuáles son los principales síntomas de padecer problemas de coagulación. Entre los síntomas más destacados:
- Hinchazón y/o dolor de la pierna o del brazo de uno de los lados del cuerpo, aquella en la que se localiza el coágulo.
- Dificultades para respirar o dolor en el pecho al hacerlo.
- Niveles de oxígeno bajos.
- Aceleración de los latidos del corazón.
Las personas que padecen cáncer o se hallan en tratamiento tienen un mayor riesgo de formación de coágulos de sangre. Es por ello importante estar atentos ante cualquier síntoma.
Causas de los problemas de coagulación
Los problemas de coagulación pueden aparecer asociados a otras enfermedades como la carencia de vitamina K, enfermedades hepáticas o padecer trastornos de coagulación hereditarios como la hemofilia, además de poder ser efecto secundario de medicamentos como los anticoagulantes.
Otros motivos por los que la sangre no coagula son estar en tratamiento de quimioterapia, tomar esteroides, cirugías, el uso prolongado de un catéter o para largo tiempo de inactividad, como viajes largos en automóvil o en avión.
¿Cómo se diagnostican los problemas de coagulación?
Un análisis de sangre puede ser suficiente para detectar un trastorno de coagulación de sangre, siendo necesario también llevar a cabo un reconocimiento físico y del historial médico.
Pero también se puede recurrir a otras pruebas médicas como efectuar una tomografía computarizada o exploración por CT; una ecografía Doppler para examinar el flujo de la sangre en las venas de brazos y piernas; una prueba de relación entre ventilación y perfusión pulmonar y un angiograma, idónea para detectar un coágulo de sangre en una arteria.
Tratamiento de los problemas de coagulación
El tratamiento de un coágulo sanguíneo precisa actuar rápido y administrar diluyentes de la sangre. Una vez que la sangre se ha diluido lo suficiente y o haya riesgos será el momento de empezar a tomar anticoagulantes en comprimidos. Según la Fundación Española del Corazón, los anticoagulantes más utilizados son la eparina, conocida como sintrom, y la warfarina.
Además del tratamiento, se tendrá que controlar de manera regular al paciente para la detección precoz de cualquier desfase en el sangrado. Asimismo, las personas que no pueden tomar anticoagulantes porque cuentan con bajos niveles de plaquetas o un riesgo alto de sangrado, requieren la colocación de un filtro para evitar que un coágulo sanguíneo pueda llegar a los pulmones.