Es lógico que tengas dudas sobre si tienes un nivel de plaquetas adecuado cada vez que recoges un análisis de sangre. Sin embargo, vamos a explicarte cuáles son los valores normales de plaquetas y cuándo se consideran que son altos o bajos con el fin de que puedas poner remedio.
Las plaquetas o trombocitos son células sanguíneas que actúan en el cuerpo para que nuestra coagulación sanguínea sea óptima. De tal manera que si nos cortamos, las plaquetas se fijarán en el lugar hasta formar un tapón que pare la hemorragia, y una vez formado, la coagulación se activa. Con el proceso de coagulación, la sangre pierde su estado líquido para crear un coágulo que evite que la sangre mane a través de un vaso sanguíneo cortado.
En este artículo vamos a descubrirte qué significa cuando las plaquetas están altas o bajas. ¡Presta atención!
¿Cuál es el nivel óptimo de plaquetas?
Tener los niveles de plaquetas normales es clave. Tenerlos bajos puede acarrear hemorragias internas. Por el contrario, si están altos pueden generar coágulos peligrosos.
Para que te hagas una idea y sepas en qué estado se encuentran tus plaquetas, su nivel óptimo es de 150000 a 450000 mm3. Ahora bien, algunos factores pueden hacer que el proceso de producción de las plaquetas varíe, haciendo que se produzca un aumento o una reducción de su concentración en sangre.
De cualquier forma, no únicamente hay que prestar atención al número de plaquetas, sino a la calidad de las que produce la médula ósea. Su mala calidad está asociada a diversas patologías como la enfermedad de Von Willebrand (proceso de coagulación) o el síndrome de Scott, entre otras.
De la misma manera, hay que atender a los valores que presente la hemoglobina, algo que puede indicarnos que sufrimos de enfermedades como leucemia, enfisema pulmonar o anemia.
¿Qué sucede si tenemos las plaquetas altas?
El nivel de plaquetas alto es conocido como trombocitosis, algo que puede suceder por cuestiones de tipo fisiológico o patológico. Las causas fisiológicas suelen ser el estrés, el tabaquismo, la adrenalina, una actividad física intensa o el trabajo que da lugar el parto.
Normalmente, tener las plaquetas altas está asociado a una falta continua de hierro o a alguna causa de tipo inflamatorio. Por regla general, el aumento de plaquetas no suele provocar síntomas. Tan solo el paciente es consciente de ello a través de un examen de sangre. Sin embargo, dependiendo de la causa que se trate, en algunos casos pueden presentarse vómitos, mareos, hormigueos en extremidades o náuseas.
Cómo reducir las plaquetas altas
Los alimentos que permiten reducir el número de plaquetas son la fruta, el pescado y el ajo. En cuanto a los alimentos que hay que evitar, son aquellos que tienen vitamina K como la carne roja y las verduras de hoja verde.
El hematólogo o médico puede recomendar el uso de la aspirina (ácido acetilsalicítico) para reducir el riesgo de trombosis, o un medicamento que disminuye su producción por la médula ósea como es el Hidroxicarbamida.
Si su nivel de concentración es sumamente alto, la vida de la persona afectada puede estar en peligro por la formación de coágulos, en cuyo caso es necesario extraer el exceso de las plaquetas a través de un procedimiento llamado trombocitaféresis terapéutica.
¿Y si las plaquetas están bajas?
El nivel de plaquetas bajo es otra patología conocida como trombocitopenia, algo que puede suceder por el uso de ciertos medicamentos, deficiencias nutricionales, enfermedades autoinmunes (el cuerpo genera anticuerpos que combaten las propias plaquetas), infecciones por virus o bacterias, o anemias por deficiencias de vitamina B12.
Cómo aumentar las plaquetas bajas
Estar por debajo de los 50000 mm3 está relacionado con altas probabilidades de hemorragias. En este caso, lo más acertado es hablar con un especialista y consumir determinados alimentos para aumentar el número de plaquetas. Los más destacados son frutos secos, verduras y frutas con vitamina C y K (naranjas, fresas y kiwi).