Se estima que entre el 10 y el 20% de los adultos mayores tienen sarcopenia, una afección caracterizada por la pérdida progresiva de masa y fuerza muscular. Este proceso no solo disminuye la calidad de vida, sino que también aumenta el riesgo de caídas, fracturas y otras complicaciones de salud.
Sus causas son diferentes y entre ellas se encuentra la disminución de las hormonas y del número de uniones neuromusculares, aumento de la inflamación, disminución de la actividad física y nutrición inadecuada. Es importante realizar evaluaciones periódicas de la masa y la función muscular, especialmente en personas mayores. Esto permite detectar tempranamente la pérdida muscular y adoptar intervenciones oportunas.
Sarcopenia y envejecimiento
La sarcopenia está estrechamente ligada al envejecimiento. A medida que las personas envejecen, es común observar una disminución gradual de la masa muscular esquelética, acompañada por una reducción en la fuerza y la funcionalidad. Este fenómeno suele comenzar alrededor de los 30 años, pero se acelera significativamente después de los 60.
El envejecimiento trae consigo una serie de cambios fisiológicos que contribuyen a la sarcopenia. Entre ellos se encuentran la reducción en la producción de hormonas anabólicas como la testosterona y la hormona del crecimiento, y una disminución en la capacidad del cuerpo para sintetizar proteínas musculares. Además, la reducción de la actividad física y un estilo de vida sedentario agravan esta pérdida muscular.
Causas de la sarcopenia
Aunque el envejecimiento genera una pérdida de masa muscular denominada sarcopenia primaria, existen otros factores:
- Disminución de la síntesis proteica. Con el envejecimiento, el cuerpo se vuelve menos eficiente en la síntesis de proteínas musculares, lo que resulta en una disminución gradual de la masa muscular. Este proceso se ve influenciado por una menor producción de hormonas anabólicas y una resistencia anabólica, donde los músculos responden menos a las señales de crecimiento.
- Estrés oxidativo y inflamación crónica. El estrés oxidativo se refiere al daño celular causado por los radicales libres, mientras que la inflamación crónica es una respuesta inmunitaria persistente que puede dañar los tejidos musculares. Estos factores combinados contribuyen a la degradación del músculo y a la inhibición de su regeneración.
- Factores genéticos pueden predisponer a algunas personas a una mayor pérdida de masa muscular con la edad.
- Sedentarismo. La falta de actividad física es uno de los factores de riesgo más significativos.
- Malnutrición. La malnutrición impide que el cuerpo obtenga los materiales necesarios para la síntesis y reparación del músculo, exacerbando la pérdida de masa muscular.
Estrategias para prevenir la sarcopenia
Prevenir la sarcopenia requiere un enfoque multifacético que incluya ejercicio, nutrición y otros cambios en el estilo de vida. Algunas estrategias efectivas son las siguientes:
- Ejercicio regular. Se recomienda combinar entrenamiento de resistencia, como levantamiento de pesas y ejercicios de resistencia aeróbica, como caminar o nadar.
- Nutrición adecuada. Las proteínas proporcionan los aminoácidos necesarios para la síntesis de nuevas proteínas musculares. Además, es importante consumir suficiente vitamina D, ya que juega un papel clave en la función muscular y la salud ósea.
- Suplementación y farmacoterapia. Los suplementos de proteínas, aminoácidos y vitamina D pueden ser útiles. Además, algunos fármacos, como los moduladores selectivos del receptor de andrógenos (SARMs), están siendo investigados por su potencial para aumentar la masa muscular en personas mayores.
No obstante, lo más adecuado es ceñirse a las recomendaciones de un profesional médico que abordará de manera individualizada el diagnóstico en aquellos casos sospechosos de padecerla.