Con solo cinco años, a Asha Ismail le practicaron la mutilación genital femenina entre su madre y su abuela. Sucedió en Moyale. Su madre la acompañó a casa de su abuela, y allí, en un hoyo cavado en el suelo de barro, se tumbó y se lo hicieron.
“En el centro de salud nadie había visto a una mujer mutilada. Estaba rodeada de enfermeras mientras yo seguía abierta de piernas. Pasé vergüenza y miedo”
Afirma Ismail (presidenta de la ONG Save a Girl Save a Generation) que, “como había nacido niña, en mi comunidad no me iban a considerar limpia y pura hasta que me quitaran esa parte de mi cuerpo”. Asha no se atrevió a hablar con su familia sobre las secuelas y dolores que sufría debido al brutal genocidio al que se vio sometida.
Al llegar a España en 2001, Ismail pensó que podría compartir su historia, pero a la hora de visitar al ginecólogo no ocurrió lo que pensaba. Cuenta Asha, que «En el centro de salud nadie había visto a una mujer mutilada. Se corrió la voz y en cuestión de minutos estaba rodeada de enfermeras que me observaban sin dirigirme la palabra mientras yo seguía abierta de piernas. Pasé vergüenza y miedo y creo que la situación hubiese sido diferente si hubiesen estado más sensibilizados«
Según la OMS, los profesionales sanitarios no suelen estar capacitados para reconocer las consecuencias que tiene la mutilación genital en la salud.
En 2018, un equipo de investigación liderado por la profesora Alba González-Timoneda, analizó los conocimientos y aptitudes de la atención primaria del departamento Clínico-Malvarrosa del Hospital Clínico de Valencia. Entrevistaron a 321 profesionales, mayores de 35 años y sociosanitarios. De los entrevistados, solo un 22 % fue capaz de identificar los tipos de mutilación y solo el 5 % sabía en qué zonas sigue la práctica. De este porcentaje, menos de un 10 % conocía el protocolo de actuación.
Para González-Timoneda, “hay que seguir investigando para saber con certeza si esos resultados son extrapolables al resto de España”. No obstante, su estudio es relevante porque indica que no todos los profesionales sociosanitarios de atención primaria han recibido la formación adecuada para tratar este problema en toda su dimensión.
Protocolos de actuación
Según UNICEF, más de 200 millones de mujeres fueron sometidas a esta vulneración de derechos. En España hay 69.068 que provienen de países donde se realiza este tipo de práctica, y de ellas, unas 17.000 niñas están en riesgo de sufrirla.
Por eso, las administraciones, afirma Adriana Kaplán (directora de la fundación Wassu-UAB) “deben “deben fomentar la intervención preventiva de la MGF, lo que se materializa en acciones de educación para la salud que los profesionales puedan emprender con el propósito de generar actitudes positivas que fomenten el abandono de la práctica.
Una de las medidas más importantes que presenta el Ministerio de Sanidad, en el Protocolo común de actuación sanitaria ante la mutilación genital femenina en el Sistema Nacional de Salud, es la materia de prevención, que tiene que ver con la reacción del pediatra ante la sospecha de una niña a ser mutilada. Y, en el caso de que así sea, propondrá a los padres firmar un documento en el que se comprometan a “cuidar de la salud de la menor, evitar su mutilación y acudir a revisión a la vuelta del viaje”.
Afirma Teresa García de Herreros que “no se trata solo de transmitir información, sino que se debe realizar una entrevista motivacional como se realiza para cambiar otras conductas, ayudándoles a reflexionar sobre el tema para que sean ellos los que identifiquen la necesidad de proteger a las niñas”, ya que, no hacerlo, podría ocasionar complicaciones médicas graves.
La reconstrucción del clítoris
Explica el coordinador de la Sección Quirúrgica de la Fundación Dexeus Mujer de Barcelona, Pere N. Barri Soldevila que “La reconstrucción consiste en ir a buscar lo que queda de clítoris y exponerlo lo más externamente posible, en su lugar original. De esta manera conseguimos recuperar un aspecto estético normal en casi un 90% de los casos y la capacidad sensitiva en más de un 70% de las intervenciones”.
¿Por qué se practica?
La presión social y el miedo a la marginación perpetúan la tradición en África y la falta de información y educación ampara estas conductas
Según la OMS, todo está relacionado con sobre el comportamiento sexual, la virginidad prematrimonial y la fidelidad matrimonial. La presión social y el medio a la marginación amparan la tradición en los distintos países africanos.
Asociaciones como Save a Girl Save a Generation, intentan sensibilizar y educar sobre esta práctica en África y Europa, mediante charlas y eventos. Uno de los proyectos que comenzará ONG será abrir una casa de acogida para niñas en Kenia.
Ismail afirma que “con prohibir solo no basta. Si una familia está convencida de que tiene que hacerlo, buscará la forma para ello”. Por eso confía en que la vía penal debe ser un apoyo en la educación, ofreciendo así futuro para las mujeres.