Reducir la grasa en nuestra dieta no sólo nos ayuda a perder peso, sino que nos ayuda a mejorar nuestra salud y prevenir distintas enfermedades. Esto no significa eliminar todo tipo de grasas de nuestra alimentación, ya que éstas, junto con los carbohidratos y las proteínas, son nutrientes esenciales de nuestro cuerpo.
Sin embargo, es importante saber diferenciarlas correctamente y tomarlas en su justa medida, debido a que un gramo de grasas aporta más del doble de energía que el resto. Una dieta baja en grasas debe contener carbohidratos, proteínas, lípidos saludables, vitaminas y minerales.
Cómo empezar una dieta baja en grasas
Lo primero para llevar una dieta correcta es tener en cuenta la diferencia entre grasas saludables y grasas trans. Las primeras son necesarias para la absorción de vitaminas liposolubles, el mantenimiento de la piel y el cabello, y el equilibrio hormonal. Por su parte, las grasas trans, las más consumidas, suelen generar problemas a la hora de mantener un peso equilibrado y sano, producen enfermedades cardíacas y otros desórdenes metabólicos.
En cambio, mantener una dieta baja en grasas previene el riesgo de enfermedades cardiovasculares y podría prevenir ciertos tipos de cáncer.
Consejos para llevar una dieta baja en grasas
Existe una serie de pautas y trucos que pueden ayudarte a llevar una dieta baja en grasas. El primero de ellos es reducir el consumo de carnes. No se trata de eliminarlo, ya que es una de las principales fuentes de proteínas de nuestro cuerpo, pero hay que controlar las cantidades, evitar las carnes procesadas y elegir métodos de cocción libres de aceites o grasas añadidas.
En segundo lugar, debemos evitar en nuestra dieta el consumo de salsas y aderezos. Su uso excesivo es negativo por la cantidad de grasa y aditivos químicos que estos productos suelen contener. Además, su contenido calórico es alto y aumentan el consumo de grasa. Para reemplazarlos puedes preparar salsas caseras con ingredientes orgánicos y sin aceites añadidos.
Otro consejo es reemplazar los ingredientes que utilizas y consumes habitualmente por opciones más saludables. Pueden variar el sabor, pero son muy buen sustitutivo para mantener bajo el consumo de grasas. Para ello, debes revisar las etiquetas de los productos y eliminar aquellos que contienen aceites hidrogenados, consumir lácteos descremados o vegetales, elegir mantecas de origen vegetal, etc.
Además de todo esto, es imprescindible aumentar el consumo de frutas y verduras, ya que éstas no contienen grasas trans (más habituales en productos de origen animal). Son alimentos ricos en nutrientes esenciales con numerosos beneficios para el organismo y que ayudan a prevenir enfermedades. Además, son bastante saciantes ayudando a controlar el hambre entre horas. Lo ideal es consumir 5 o 6 porciones al día en crudo para aprovechar al 100% sus propiedades.
Cocina sana y elimina los procesados de tu dieta
Otra de las rutinas a tener en cuenta para empezar una dieta baja en grasas es la manera de cocinar. Es importante elegir un método de cocción saludable, ya que éste influye directamente en la calidad de los platos. El abuso de frituras aumenta el consumo de grasas y, por tanto, se produce un efecto negativo. Cocinar al vapor, al horno o a la plancha mejorará sin duda la calidad de tus platos.
Por último, es muy importante que elimines al máximo posible los alimentos procesados como las carnes embutidas, las frituras de paquete y la bollería industrial, entre otros. Estos productos contienen demasiadas grasas saturadas y compuestos añadidos que tienen un efecto negativo en nuestra salud y nuestro peso. Para sustituirlos puedes consumir fruta, verdura o, incluso, frutos secos. También puede ayudar el consumo de agua y bebidas saludables que mantendrán la sensación de saciedad en tu cuerpo.