Desde el inicio de la pandemia, patologías neurológicas como el trastorno del espectro autista se diagnostican más tarde y en fases avanzadas. Esto ha generado que el pronóstico sea peor en todos los casos. Además, esta afección neurológica no se termina de manifestar del todo al estar el niño más aislado por la menor socialización.
¿Qué es el Trastorno del Espectro Autista?
El trastorno del espectro autista (TEA) es una afección neurológica y de desarrollo que comienza en la niñez y dura toda la vida. El autismo, como es comúnmente conocida esta enfermedad, afecta al comportamiento de los infantes, a cómo interactúan y se comunican, e incluso a cómo aprenden.
Existen diferentes tipos de TEA y pueden tener gran variedad de síntomas diferentes. Pueden tener problemas con el habla, comportamientos repetitivos, y puede llegar a parecer que están en su propio “mundo”.
Cuando se sospecha de la posibilidad de padecer TEA, el médico especialista realiza una evaluación exhaustiva y completa para determinar el diagnóstico y el desarrollo del niño. Después de numerosas investigaciones, los expertos sugieren que los genes y los factores ambientales juegan un rol importante en la manifestación de esta enfermedad. Esta afecta aproximadamente a un 15-20% de la población infantil.
¿Qué ocurrió con la pandemia?
La Organización Mundial de la Salud declaró que el nuevo coronavirus (COVID-19) era una pandemia mundial el 11 de marzo de 2020. Los colegios se vieron obligados a cerrar sus puertas y los niños a encerrarse en casa. Las terapias para menores con TEA ser vieron también paralizadas, por lo que el coronavirus no fue lo único que afectó a su salud.
La pandemia de la COVID-19 ha llevado a las familias a adaptar sus vidas, incluyendo el aislamiento social y el trabajo desde casa. Las consecuencias de este confinamiento en la salud mental se han comenzado a estudiar. El cambio en la rutina es, a menudo, un desafío significativo para los niños con TEA. Por esa razón, las familias con niños con TEA pueden ser un grupo vulnerable para desarrollar ansiedad y anomalías mentales durante la cuarentena.
Además de este grupo que ya está diagnosticado, existen otros muchos niños que han comenzado a desarrollar los síntomas del espectro autista. Pero, debido a la pandemia. han retrasado su detección. Los cambios de rutina han provocado casos de ansiedad y la situación incierta ha hecho que muchos niños comiencen a desarrollar la enfermedad sin ni siquiera saberlo.
Además de este problema neurológico, se han desarrollado complicaciones para conciliar el sueño, lo que ha hecho que se empeore la calidad de vida de estos niños que padecen TEA. Esto ha implicado un cambio de horarios que ha trastocado todo el trabajo realizado hasta el momento en el tratamiento de la enfermedad. En muchos casos se ha necesitado un tratamiento más intensivo de rehabituación una vez terminó la pandemia.
Por ello, después de advertir esto, los expertos recomiendan que, ante cualquier cambio en la actitud o comportamiento de los niños se acuda a un especialista. El objetivo es evaluar cada caso y así iniciar un tratamiento lo antes posible.