Un estudio, realizado por investigadores del Instituto de Neurociencias de Alicante y el Instituto Central de Salud Mental de Mannheim (Alemania), ha demostrado que seis semanas después de haber dejado de beber siguen produciéndose cambios en la materia blanca del cerebro. Esta investigación, publicada en la revista JAMA Psychiatry, ha confirmado que las alteraciones en el cerebro no comienzan a normalizarse inmediatamente después de dejar de consumir alcohol.
“Hasta ahora, nadie podía creer que, en ausencia de alcohol, el daño en el cerebro progresara”, ha afirmado Santiago Canals, experto del Instituto de Neurociencias y coordinador de la investigación.
Los científicos realizaron resonancias magnéticas a más de noventa pacientes voluntarios internados en un hospital de Alemania para su tratamiento de rehabilitación. “El grupo de participantes en nuestra investigación está internado en el hospital, en un programa de desintoxicación, y se le controla el consumo de sustancias adictivas, lo que garantiza que no están bebiendo nada de alcohol”, ha subrayado Carnals.
“Por tanto, se puede hacer un seguimiento fiel de la fase de abstinencia, un periodo crítico porque las recaídas llevan a cronificar el consumo de alcohol”, ha añadido.
El consumo excesivo de alcohol está en el origen de más de 200 enfermedades y provoca cada año 3,3 millones de muertes en el mundo. Por este motivo, la detección temprana de los efectos negativos asociados sea un objetivo prioritario.
Estudio paralelo con ratas
Para monitorizar la transición de normal a dependencia de alcohol en el cerebro, se ha aplicado paralelamente la investigación en un modelo con ratas Marchigian Sardinian, con preferencia por esta sustancia.
“Este proceso no es posible verlo en humanos, porque en los estudios participan voluntarios sanos y personas con trastorno por abuso de alcohol”, ha explicado Silvia de Santis, del Instituto de Neurociencias, autora principal del trabajo.
“Con el consumo de alcohol se produce un cambio generalizado en la sustancia blanca, es decir, en el conjunto de fibras que comunican distintas partes del cerebro”, ha precisado Canals. Las alteraciones son más intensas en el cuerpo calloso –relacionado con la comunicación entre ambos hemisferios– y la fimbria –que contiene las fibras nerviosas que comunican el hipocampo, estructura fundamental para la formación de memorias–.
Los investigadores de Alicante y Alemania intentan ahora caracterizar los procesos inflamatorios de forma independiente, con el fin de entender la progresión durante la fase de abstinencia temprana en personas con problemas de abuso de alcohol.